LA IMPERIOSA
NECESIDAD DE GESTAR
UN NUEVO PROYECTO
REVOLUCIONARIO
"La ilusión progresista de humanización del sistema, de
realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales
existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social
profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y
de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que
los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o
temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione
hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular
superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse
cada vez más".
Jorge Beinstein,
"Ilusiones progresistas
devoradas por la crisis".
Desembarazarse del corset demoliberal electoralista
La realidad nacional exhibe palmariamente las
limitaciones de la democracia formal.
Los revolucionarios que nos avinimos al orden constitucional
resignamos las armas. Los grupos económicos más concentrados - que hablan en nombre
de la paz y siempre nos estigmatizan - jamás lo hicieron (Miguel Bru, Julio
López, Luciano Arruga: sobran ejemplos para afirmarlo)
Entonces, en términos reales, ¿qué significan las
elecciones para los pueblos? Son la manera en que se expresan, mediante el voto,
las mayorías sociales; la manifestación de un determinado nivel de conciencia y
organización del conjunto del pueblo. En ese marco, el poder opera desde los
medios de comunicación que domina, defendiendo sus intereses.
Afrontar
una experiencia electoral transformadora demanda construir un partido de masas en
la movilización multisectorial.
Sin una herramienta de esa naturaleza es imposible
modificar la realidad por vía electoral. Lo que el poder verdaderamente teme es
a una organización popular capaz de desafiarlo. Pero para eso se torna
imprescindible construir una mayoría social favorable. Tales son los límites
que ofrece el camino electoral.
Cualquier proceso de cambio requiere formar a la
militancia en la idea de cambiar la realidad y sus instituciones. Sin cumplir
con dicho requisito se torna imposible cualquier transformación de fondo. Sin
ir más lejos, el pueblo cubano soporta la crisis en curso porque fue capaz de
enterrar al viejo Estado. Lula presidió su país sin hacerlo y el sistema
después se dio el gusto de meterlo preso. Sencillamente porque sigue
administrando la violencia que haga falta para sostenerse. Y esta suele aplicarse
en proporción al nivel alcanzado por la lucha popular. Es la respuesta del
sistema ante determinado grado de construcción de poder popular, de un nivel de
conciencia capaz de convertirse en amenaza.
Por eso el camino electoral debe ubicarse en su justo
lugar: Sólo sirve como forma de
acumulación si se atiende en simultáneo a la transformación del nivel de
conciencia popular.
El límite consiste en evitar repetir experiencias que
el pueblo transitó y que demostraron su
inutilidad. Trabajar en el PJ - por ejemplo - constituye uno de tantos
obstáculos, ya que ha demostrado sobradamente el techo con que cuenta. El
camino emprendido por el trotskismo tampoco parece apuntar a gestar un amplio
polo emancipador.
Muchos nos proponemos construir a partir de estos
presupuestos. Integrando a los trabajadores, a la juventud, a la construcción
territorial. El debate en curso no está cerrado, sigue aunando compañer@s en diversos
puntos del país, y a su vez tratando de dar algunas respuestas de coyuntura
dentro de las limitaciones propias del espacio en desarrollo, mientras construimos una organización.
Hacia
una política frentista desde el nacionalismo popular revolucionario
Los pueblos no dan saltos al vacío. El peronismo fue
la última identidad masiva de carácter emancipatorio que fuimos capaces de
gestar l@s argentin@s. Aún pese a los matices propios de su deshilachamiento
gradual, constituye una referencia vigente.
No obstante, cabe ser categóricos al admitir que hoy el
peronismo no contiene una opción revolucionaria. Alberga el profundo
sentimiento de un pueblo con memoria de
la Justicia Social heredada de su propia experiencia, de sus pensadores, de la
resistencia. Pero tampoco ofrecen una opción revolucionaria los sectores no
peronistas. Más bien, en este momento no hay organización revolucionaria en
la Argentina. Este dato constituye nuestro principal dilema.
Tenemos que resolver de qué manera dar respuesta al
sentimiento transformador que todavía anida en gran parte del pueblo.
Con el paso del tiempo, el peronismo ha ido perdiendo
potencial subversivo transformándose en soporte del sistema, de modo que, quien
quiera gobernar - Massa,
Scioli, Macri -, debe mimetizarse con dicha identidad.
"El
pueblo va construyendo su identidad
a partir de
la experiencia que en algún momento le brindó felicidad".
Roberto
Cirilo Perdía,
OLP - Simón
Bolívar
|
Es indiscutible que la mayor alegría del último siglo
la proporcionaron períodos peronistas. El problema consiste en construir una alternativa a partir de ese dato.
Tal opción va a tomar la denominación del sector capaz de encabezar
exitosamente la lucha. Desde siempre, quien va ganando aporta identidad a quienes se encolumnan detrás. A esa identidad,
el pueblo la asume en tanto y en cuanto dé respuesta a sus necesidades,
pensamientos y sentimientos.
Cabe pues ir gestando una que nos vaya nucleando sin
cerrarse, que permita seguir juntando
fuerzas, respetando todas las experiencias que vayan confluyendo. Mientras eso
crece, se hace menester dar respuesta a los problemas cotidianos (despidos,
precios, dengue)
Ganando cierta perspectiva, puede convenirse que lo
que ocurre en Siria y Ucrania representa el punto más alto de la guerra en
desarrollo. Los yanquis compensan el riesgo que ello significa recostándose
sobre su patio trasero, o sea, nosotros. Asesinatos como el de la compañera Berta
Cáceres en Honduras forman parte de una política sistémica en desarrollo. Ya no
se trata de la Doctrina de Seguridad Nacional. Nos persiguen y asesinan con la ley en la mano. A medida que la lucha social crezca,
crecerá la represión.
El imperialismo está en crisis, pero si no lo
empujamos desde una convergencia entre PUEBLO Y PATRIA, no caerá.-
JORGE
FALCONE
(sobre transcripción de intercambio colectivo efectuada por Juan Martin
Griffo,
integrante de la Agrupación "Carlón Pereira Rossi" de La Plata)
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