SALIR POR LA PUERTA
CHICA
Con retórica altisonante y un voluntarismo a prueba de
balas, parece culminar una gestión de
gobierno que desplegó la mejor carta de intención de la democracia de baja
intensidad que transitamos desde 1983, si consideramos su prédica en pos de la inclusión social (que, sin haber alterado
el modelo productivo agroexportador, sojero y extractivista vigente, nunca será
sinónimo de Justicia Social) En tales circunstancias, resulta oportuno revisar
porqué una vasta franja de militancia juvenil noble y bienintencionada transitó
estos años motivada exclusivamente por consignas épicas sin correlato en
materia de transformaciones estructurales del esquema de poder que rige la vida
de los argentinos y, cautivada por dicho espejismo, no atinó a cuestionar
tamaño simulacro.
A la hora de releer
un mundo que transita del Consenso de Washington al de Beijing - fenómeno que muchos
analistas eluden considerar como reciclaje del colonialismo -, mal puede
ignorarse el auspicioso arbitraje global que viene ejerciendo el “Pontífice del
Fin del Mundo”; pero, aún así, parecería inconsistente vaticinar el prolegómeno
de una oleada antisistémica capaz de promover la solidaridad universal.
¿Qué cabría
plantearse pues desde esta latitud planetaria, ya lejos de la Generación del
Moncada, del Caracazo, y del alzamiento zapatista en Chiapas? ¿Cuánto de
continuidad con aquellas gestas o de eco sin asidero encierra la consigna
repetidamente coreada en el Patio de las Palmeras de la Casa Rosada por una
flamante generación política que vocifera ante la Primer Mandataria “acá tenés los pibes para la liberación”?
¿Existe hoy un funcionariato capaz de registrar cabalmente el potencial de
semejante oferta y jugarse el pellejo por ella dando la espalda al consumo
discrecional de drogas, oferta sexual, y gastos reservados?
A primera vista parecería
ser que no abundan ejemplos de conducta semejantes al del Comandante Americano.
Aunque este no dejó demasiadas gestas victoriosas detrás - si obviamos la co
protagonizada con Fidel y los hombres del Granma -, ante la configuración en
Nuestra América de una clase política que, aún exaltando su figura, se ha
vuelto funcional al modelo global de acumulación por desposesión, no sería
ético pasar por alto aquella condición de “oveja negra” en la Cuba pro
soviética (basta con recordar el prolongado escamoteo de sus heterodoxos
escritos económicos), ni el ejemplo invalorable de haber puesto el cuerpo a sus
ideas, por más discutibles que fueran.
Desde un enclave como
la capital bonaerense, por ejemplo, sería injusto desmerecer el generoso
esfuerzo puesto de manifiesto por el activismo oficialista cuando la mayor
inundación de que tengamos memoria dejó a la ciudad de las diagonales bajo las
aguas; lo que es tan cierto como que el centro de fomento del barrio periférico
habitado por quien escribe estas líneas permanece blindado contra la participación
popular por parte de la hija de quien “lo donó a la comunidad” y el pésimamente
reputado vigilante de la esquina… muy a pesar de existir locales de militancia
oficialista en las inmediaciones. Va de suyo que tal encallecimiento de la vida
social, más que imputable al gobierno de turno lo es a la continuidad de una
cultura del escarmiento que ha esmerilado profundamente nuestros sueños y
fomentado burocracias venales, actualmente enquistadas desde en el Banco
Mundial hasta en jurisdicción del puntero barrial. Pero, ¿si apostáramos por un
verdadero cambio social, no correspondería cuestionarse qué estructuras estaríamos
dispuestos a remover y proponernos hacerlo a partir de nuestro entorno más
inmediato? ¿Qué ejemplo deja a sus bisoños adherentes una dirigencia
embanderada con los derechos humanos y la promoción social, que cumple doce años de gestión regodeándose con
el eco de sus propias arengas?
A decir verdad,
deberíamos aceptar que el exterminio de una generación de argentin@s y consecuente
desmantelamiento de la conciencia crítica continúa operando sobre la sociedad
con el efecto retardante de la radioactividad al cabo de la Bomba Atómica. Así,
mayoritariamente cooptada por afanes cortoplacistas la franja de
sobrevivientes, resulta sumamente complejo para los jóvenes con ansias de
transformar la realidad desmontar un espejismo fomentado en términos
excluyentemente binarios. Pruebas al canto: Si por ventura revisáramos quiénes
ensayaron un 18F gestado sobre el
efecto residual del Caso Nisman (esa
víctima servil a los intereses del poder y finalmente
abandonada por sus antiguos mentores), advertiremos que no será menuda tarea la
de evitar la tentación de comparar la disyuntiva planteada por el gobierno con
la que en un contexto bien diferente plasmó la consigna Braden o Perón. Obviando adhesiones tan previsibles como la de una
oposición partidaria carroñera y carente de programas, y hasta pasando por alto
la de la viuda del dictador Videla,
o la de un esperpento oportunista como la Sra. Pando (cuya reivindicación de la
apropiación de bebés por el último gobierno de facto seguramente abochornará a
más de un militar bien nacido), detectaremos entidades y nombres propios
altamente familiares para quien se haya venido interiorizando en la historia de
este vapuleado país desde las guerras de independencia a esta parte. Repasando unos
pocos casos emblemáticos, fueron de la partida conspicuos veteranos de la lucha
contra la Resolución 125 (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales
Argentinas), beneficiarios gubernamentales de otrora (Cámara de Empresarios
Mineros, Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa, Gustavo “ la
soja ya no es rentable” Grobocopatel), la Fundación Mediterránea (que nos legó
a Domingo Cavallo), defensores acérrimos del capitalismo salvaje (Guillermo
Alchourrón, Juan José Llach, José Luis Machinea, Ricardo Mazzorín, Carlos
Melconian), la consuetudinaria cohorte de “izquierdistas” republicanos (Carlos Gabetta,
Santiago Kovadloff, Beatriz Sarlo, Juan José Sebrelli), y - como frutilla para
el postre - los “desconocidos de siempre” (Cámara de Comercio de Estados Unidos
en Argentina) ¡Menudo embrollo para los pibes no alinearse así con el discurso nac & pop de La Cámpora, 678, y Carta Abierta! Aunque mientras los
exponentes del polo “menos malo” deslizan veladamente en sus expresiones
públicas que sigue pendiente ocuparse de los promotores del glifosato (ver
Carta Abierta 18, “El texto y la sangre”), desde su microcosmos de privilegios
circunstanciales erigido bajo la espada de Damócles que recomienda “no hacer el
juego a la derecha”, sigan haciendo la vista gorda ante las decisiones
estratégicas más comprometedoras de nuestro futuro - como la Ley Antiterrorista
o el nuevo Pacto Roca-Runciman (*) celebrado en forma exprés con el “Imperio
del Sol Naciente” - tomadas por una gestión que ha dado sobrado ejemplo de no
pretender otra cosa que el amedrentamiento verbal de los poderosos.
En tal escenario, ¿qué
propuesta tendrá envergadura suficiente como para integrar al inmenso
contingente de futuros defraudados por el “Proyecto Nacional”, cuando Cristina
abandone el País de las Maravillas más preocupada por conservar su libertad que
por conducir a las masas?
El torrente
subterráneo brotado en 2001 sigue buscando un cauce.-
(*): Acuerdo
celebrado el 1° de mayo de 1933 por el gobierno nacional y el de Inglaterra, mediante el cual dicho país
se comprometía a seguir comprando carnes argentinas siempre y cuando su precio
fuera menor al de los demás proveedores. En cambio, la Argentina aceptó
concesiones lindantes con la deshonra: liberó los impuestos que pesaban sobre
los productos británicos y se comprometió a no permitir la instalación de
frigoríficos argentinos. Se creó el Banco Central de la República Argentina con
funciones tan importantes como la emisión monetaria y la regulación de la tasa
de interés, en cuyo directorio había una importante presencia de funcionarios
del Reino Unido. Finalmente se le otorgó el monopolio de los transportes de la
capital a una corporación inglesa.
JORGE FALCONE
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