LA RECUPERACIÓN DE UN
CARO
PATRIMONIO CULTURAL PLATENSE
A la memoria de Julio
Urtubey,
“Nelita” Apreda,
“Pihura” Mendoza
Calderón,
y Luis Orbieto (a) Carlitos Marx,
estudiantes de la
Carrera de Cine de La Plata
secuestrados y
asesinados por la Triple A y la última dictadura..
Aún
no se retiraban los personeros del máximo genocidio socioeconómico y cultural
que asoló nuestra Patria, cuando en el invierno de 1983 algunos graduados,
egresados, y aspirantes a cursar en la legendaria Carrera de Cine de la capital bonaerense - intervenida por el
lopezrreguismo y cerrada por la dictadura - comenzamos a autoconvocarnos
primero en inmediaciones y finalmente en la misma casa de estudios en que tuvo
origen, institución que no tardó en reconocer como interlocutora de la causa de la reapertura a la coordinadora que
fuimos conformando, y de la que surgió más adelante el Taller Experimental Audiovisual desde el que habríamos de combinar
aprendizaje y lucha.
Cuando
iniciamos la gesta en cuestión éramos los marginados de la Universidad de La
Plata. En la facultad también se nos veía con desconfianza, y se nos desalojaba
de todas las aulas. A veces nos reuníamos en el Teatro del Bosque o
directamente en Plaza Rocha. También, a su turno, fuimos llamados “petardistas”
y “desestabilizadores” por reclamar que la democracia reparara un daño causado
por el gobierno de facto. Mucho nos costó dejar en claro la justeza de nuestra
causa: Años de concentraciones frente al Rectorado con creciente apoyo político
y estudiantil, ciclos de cine arte y testimonio, organización de charlas-debate
(con Jorge Prelorán, Nicolás
Amoroso, cineastas cubanos), la edición de un boletín informativo, la
confección de una carpeta con fundamentos irrebatibles, pintadas, entrevistas
periodísticas, y la participación en cuanto foro se debatiese una problemática
afín (como el Fogón de la Cultura
Popular) A fines de 1984, en asamblea estudiantil convocada por el Centro
de Estudiantes de Bellas Artes se aprobó por aclamación la equiparación de los
aspirantes a cursar cinematografía con cualquier alumno regular del
establecimiento, así pudimos intervenir en las elecciones estudiantiles
celebradas con posterioridad.
A
punto de terminar ese año, al autor de estas líneas se le otorgó mandato para
representar al C.E.B.A. ante una Comisión Asesora que sesionó en la entonces
Escuela de Periodismo con el objeto de discutir el tema en un marco ampliado, a
instancias del Rectorado. Con tal investidura entrevistamos al Rector Pessaq,
quien se comprometió a tomar el tema a su cargo en la medida en que se le
presentase un proyecto actualizado y con status
académico. A tal menester nos abocamos luego, involucrando en la tarea a
profesionales de primera línea en el medio, como el investigador Octavio Getino (histórico referente del
Grupo Cine Liberación), que acometiendo dicho desafío encaró uno de sus
primeros trabajos al cabo de un prolongado exilio.
El
lunes 25 de Marzo de 1985, un filme nacional remó hasta las orillas del Imperio.
Con tímida dignidad, “Camila” - única producción audiovisual latinoamericana en
la entrega de los Óscares - se plantó como David contra Goliath ante un
descomunal despliegue tecnológico destinado a confirmar que el gran país del
norte ya era una potencia apabullante en la industria del espectáculo, en tanto
no sólo se ocupaba de estrangular financieramente a las entonces incipientes
democracias de la región sino a autorecompensarse también en la mayoría de los
casos, repartiendo los galardones sobrantes entre algunos países amigos y
dejando palmariamente claro qué lugar debiéramos ocupar según sus reglas de
juego en lo que al Séptimo Arte respecta. Ese mismo día, muy lejos de allí,
precisamente en el aula 35 de la Facultad
de Bellas Artes, la Coordinadora por
la Reapertura de la Carrera de Cine, integrada entre otros por Carlos Vallina, “Pupa” Sanz, Quico García,
Guillermo Kancepolski, Roberto Badoza, Abelardo Martínez, Rosa Teichmann,
Daniel Trincheri, Carlos Coppa, Jorge Santamaría (a) “Páisa”, Daniel Morer,
Julio Kaler, Analía Seghezza, Jorge Degiussepe, y quien suscribe estas
líneas, se aprestaba a librar una batalla más en pro de mantener bien alto el
estandarte de un cine independiente y comprometido con la realidad circundante:
La presentación de su filme “Diario de
Filmación” - rodado colectivamente durante aquellos ciclos lectivos ad hoc (pero reconocidos por el decanato
de la institución), en Súper 8 color, sonido directo e incorporado, y 27’ de
duración - en la inminente muestra anual
de cine organizada por UNCIPAR en Villa Gesell.
El
29 de Marzo del mismo año intervinimos en las Primeras Jornadas Platenses por los Derechos Humanos realizadas en
el Pasaje Dardo Rocha, ilustrando mediante el caso de nuestra escuela cerrada
la faena de depredación cultural perpetrada por el Terrorismo de Estado. Al día
siguiente inauguramos las deliberaciones del Congreso de la Federación
Universitaria de La Plata logrando que nuestra reivindicación fuera ovacionada
por alrededor de 700 concurrentes de diversa extracción política. También
aportamos nuestra rica experiencia desde uno de los tantos paneles de la
Muestra de Cine Independiente realizada durante aquellas Pascuas en Villa
Gesell, así como exhibiendo en proyección no competitiva nuestro ejercicio
fílmico. Poco después, la Sub Secretaría de Cultura de la Municipalidad de
Córdoba nos convocó a asistir al Primer
Encuentro Nacional de Docentes de Cine para analizar el tema de las
escuelas “sobrevivientes” y el de aquellas que entonces luchaban por su
reapertura.
En
el transcurso de dicho año, a su vez, desembarcó en nuestra ciudad un equipo de
producción de Aries Cinematográfica, con el objeto de realizar el filme “La Noche de los Lápices”, circunstancia
que - en tanto familiar de una detenida-desaparecida en el acontecimiento que
habría de reconstruirse - permitió al autor de estas líneas oficiar de nexo con
el director Héctor Olivera a fin de concretar nuestra segunda experiencia
fílmica durante dicho rodaje, la que titulamos “Memoria y Homenaje a la Noche del 16 de Setiembre”, y que al año
siguiente tuvimos el honor de presentar en La Habana durante el 8° Festival
del Nuevo Cine Latinoamericano y del Caribe. Pero muchos más sacrificios
demandaría la conquista del objetivo en cuestión.
Cuando
en 1993 se logró la tan ansiada meta, el autor de estas líneas - urgido por su
temprana vocación cinematográfica - egresaba del Instituto de Arte Cinematográfico
de Avellaneda. Ya que sobre los orígenes de la lucha descripta circulan relatos
más mezquinos que el nuestro, hemos creído pertinente y oportuno publicar esta sucinta
pero generosa reseña.-
JORGE FALCONE