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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

martes, 1 de abril de 2014

LARGOMETRAJES VERSUS SERIES

DE LA SALA OSCURA AL HOME THEATRE


















Escena del filme "Fahrenheit 451" (1966) de François Truffaut,
basado en la novela homónima de Ray Bradbury

“A medida que la televisión se va haciendo más chatarra, los programas cada vez más previsibles y amarillos y el cine más clonado, las series se van convirtiendo en el refugio de quienes gustan de las ficciones. Con lenguaje más cinematográfico que el mismo cine, actores, guiones y directores increíbles, son el nuevo vicio de muchos”.

Camilo Juárez 

Ora porque las productoras majors de Hollywood vienen apostando al éxito fácil de taquilla - capaz de frustrar las expectativas del guionista más exigente -, ora porque una innovación tecnológica sin precedentes inaugura para la industria del entretenimiento formas novedosas de consumo - hogareñas o en tránsito -, el espectáculo audiovisual está sufriendo una acelerada metamorfosis, algunos de cuyos aspectos intentaremos revisar en esta nota.



















Factura

Una de las claves del fenómeno enunciado reside en el altísimo standard de producción que sostiene a algunos productos televisivos en cuestión. A manera de ejemplo, basta con dimensionar la inversión que requiere una minuciosa reconstrucción histórica sostenida a lo largo de varias temporadas, como la que puede verse en las series Roma o Boardwalk Empire, por citar un par de ejemplos, ambas pertenecientes a la emprendedora cadena HBO. Esto describe un nuevo escenario, en el que se están borrando las fronteras de calidad entre la producción destinada al cine y a la TV.
















Estética

El despliegue de creatividad ofrecido por las nuevas propuestas encuentra campo fértil en las cortinas de presentación. Algunas adelantan parte de su contenido en forma alegórica, como en el caso de The Walking Dead, donde se pasa revista a sucesivos planos descriptivos de la desolación que ha causado la plaga sobre la que se asienta su relato; o Breaking Bad, donde el arte de los créditos que complementa las imágenes de laboratorio se asienta en originales referencias a la Tabla de Elementos Periódicos de Mendeleiev; también ocurre en Mad Men, mediante la caída al vacío animada de un yuppie que va recorriendo gigantografías publicitarias alusivas al american way of life montadas sobre los edificios linderos; y lo propio sucede en Six Feet Under, que recurriendo a planos detalle de la preparación de un cadáver y su traslado al camposanto, culmina con una panorámica a campo abierto que “entierra” al título en cuestión bajo la silueta de un árbol añoso. Para dejar en claro su tono de comedia negra, el primer capítulo de esta serie también recurre a separadores que emulan comerciales televisivos muy sofisticados sobre la conservación y el maquillaje de cadáveres. En otros casos, como ocurría con la ya legendaria Expedientes X, la cortina de presentación reproduce textualmente momentos claves de la saga; tal es el caso de The Wire, donde se nos muestra una sucesión de planos alusivos a la intercepción de llamadas telefónicas que iremos reconociendo durante el transcurso de la serie. En este último caso, emulando cánones del policial negro, cada capítulo está prologado por una cita en placa, perteneciente a alguno de los personajes y alusiva al nudo de esa entrega. Por ejemplo, el capítulo en que conozcamos el hábitat del adicto soplón Bubbs comenzará con su frase "Hay una línea muy fina entre el cielo y esto...".


Narrativa

La mayoría de los adictos a las buenas series de TV tenemos nuestros personajes favoritos. El autor de esta nota, por ejemplo, - hombre de los 60 al fin - amó al que encarnara Robert Stack en Los Intocables, Vic Morrow en Combate, David Janssen en El Fugitivo, Roy Thines en Los Invasores, Darren Mc Gavin en Kolchak, El Cazador Nocturno, Lance Henrikssen en Millenium, Alberto de Mendoza en El Rafa, o Leonardo Sbaraglia en El Signo. A cualquier cinéfilo le cuesta superar el duelo que implica enamorarse de un personaje brillantemente escrito e interpretado, y saber que no volverá a saber de él más que la misma historia siempre, vista y revista una y otra vez. ¡Pero en las series los personajes  duran más! Entonces - por lo menos durante un tiempo - sabemos que al volver a casa estarán allí. Fieles al mando play. Para seguir a nuestro lado al final de cada jornada. En efecto, la prórroga indefinida de temporadas de una serie (más asimilable a la estructura literaria de la novela que a la del cuento, que parecería corresponderle a un largometraje) contribuye a explorar con enorme riqueza el perfil sicográfico de cada personaje. A la fecha, ¿quién se extraviaría en el Springfield de Los Simpson?, o - en todo caso - ¿cuánto nos quedó por saber de los náufragos de Lost

 

Cualquier guionista que se precie de tal - y quien escribe esta nota modestamente ejerce ese noble quehacer - sabe que un buen conflicto es el motor de un relato, y que el personaje (principal, secundario, o incidental) es el instrumento fundamental para que este se despliegue. Sostienen los especialistas en la materia que lo que el personaje piense deberá decirlo, y lo que sienta deberá actuarlo. Un magistral ejemplo de tal preceptiva puede apreciarse durante la segunda temporada de la ya citada serie Roma, más precisamente en una escena del sexto episodio (La batalla de Filipos), en que el esclavo Pullo es comisionado para asesinar al tribuno Marco Tulio Cicerón. La situación transcurre en el parque del palacio que habita el noble, quien - ya reducido por el que será su verdugo - espera la estocada final. Quien carga con semejante mandato, inconcientemente traicionado por su condición plebeya y antes de blandir la espada, así se dirige a su inminente víctima: _  ¡Qué bellos duraznos crecen en su jardín! ¿Puedo quedarme con algunos? Otro tanto se ve en la atrapante serie Breaking Bad, cuando en el segundo capítulo, Walter toma un cuchillo de cocina, supuestamente meditando si asesinará al dealer que mantiene prisionero… y apenas lo utiliza para quitar la corteza del sándwich que le ofrecerá. Dos capítulos más adelante, en la misma serie asistiremos a un momento brillantemente resuelto para darnos a conocer la sicología de los personajes: Los familiares directos del protagonista se reúnen en el living de su casa dispuestos a opinar sobre cómo enfrentar el cáncer de pulmón que lo aqueja, apelando - a instancias de su esposa Skyler - al recurso de pasarse un almohadón para irse otorgando así el uso de la palabra. Entonces Hank tendrá una intervención basada en metáforas vinculadas con su afición deportiva, y el propio Walt hallará la oportunidad para explicar en qué consiste la diferencia entre vivir y sobrevivir. Y aún dos capítulos más adelante, la entrega respectiva comienza con un encuentro escolar entre padres y  policía, en el contexto de la búsqueda de la cocina de metanfetamina cuyos elementos han sido sustraídos del laboratorio de Walter, que se abstrae de la situación acariciando bajo la mesa la entrepierna de su esposa justo en el momento en que le otorgan la palabra. Dicha secuencia culmina con el protagonista y su cónyuge fornicando apasionadamente en el auto. Cuando ella pregunte “¿De dónde vino eso, y porqué fue tan bueno?”, Walt responderá con la que ha de ser una clave de su comportamiento a lo largo de toda la serie: “Porque fue ilegal”. Con semejante agudeza a la hora de perfilar a un personaje, en el tercer capítulo de la serie The Wire (Las compras) D'Angelo, traficante sobreseído en el primer capítulo y sobrino de Avon Barcksdale - temible líder de la red delictiva que opera en los monobloks de la zona oeste de Baltimore -, enseña ajedrez a un par de dealers primerizos comparando las reglas de dicho juego con su cotidiana labor, diciendo, por ejemplo, - ¿Puede un peón llegar a ser rey? No es tan sencillo: se los mata muy fácil.


En un workshop sobre “Estética y Cine” ofrecido en 2001 por Emir Kusturica en el MALBA a instancias de la Revista Haciendo Cine, el gran director balcánico confesó que acostumbraba a biografiar a sus personajes concibiéndoles una existencia que excediera el momento de sus vidas que abordara cada filme.  Dicho procedimiento no sólo conduce a que el espectador cuente con suficiente data sobre el personaje sino a que este sufra una evolución a lo largo del relato, como ocurre con el teniente Daniels, perteneciente a la División Narcóticos de la policía, inicialmente timorato jefe del accidentado equipo que habrá de infiltrar y reducir a una red de narcos de color en la serie The Wire, sospechoso de corrupto que prefiere no meterse en líos y conseguir soluciones rápidas quien, a pesar de sus antecedentes, avanzada la investigación y con una de sus subordinadas más eficientes malherida, hace una cuestión de principios y enfrenta a sus superiores, quienes le ordenan no continuar vinculando al dinero de la droga con el financiamiento de campañas electorales.

En consecuencia, así como la sicología de un personaje condiciona su aspecto, también su forma de hablar y entorno brindarán información sobre sus características y preocupaciones particulares. Por ejemplo, en el quinto capítulo de Breaking Bad veremos que sobre su mesa de luz Walter tiene un libro acerca de cómo se comunican los bebés, bajo otro referido a cómo sobrevivir al cáncer.

Si la inagotable originalidad de algunos productos sumamente exitosos acaso se asienta sobre un esquema creativo que ubica en la cima de un vastísimo equipo rotativo de guionistas al mentor de la serie (por ejemplo, Vince Gilligan en el caso de Breaking Bad, Matthew Weiner en el de Mad Men, Allan Ball en el de Six Feet Under, o David Simon en el  de The Wire), también cabría reconocer como ventaja altamente competitiva a la singular audacia de los guionistas norteamericanos, fruto de un país consolidado y con enorme capacidad de asimilación autocrítica. Algunos ejemplos bastarán para coincidir que las series revisadas en esta nota llevan ciertas situaciones hasta un extremo infrecuente en nuestro contexto. En el tercer capítulo de Mad Men, su protagonista, Donald Drapper, hace algo tan natural como poco común en la TV local: Al cabo de beber mucha cerveza... va al baño y orina.  Yendo un poco más lejos en materia de pudores, en el el segundo capítulo de Six Feet Under, serie que hace gala de un humor negro sumadamente mordaz, se nos muestra un muerto en erección: "deseo de ultratumba", dirá el camillero. En el tercer capítulo de la misma serie, Dave,  el hijo gay de la familia protagónica, amanece haciéndose arrumacos sobre el lecho con su novio, un musculoso policía de color; acto seguido detecta en la habitación al fantasma de su padre que, para mayor sorpresa,  pregunta "Díganme, ¿cuál de los dos es la esposa?". Una vez más, en el quinto capítulo de dicha serie, durante el velorio de una célebre estrella erótica hablan sus habituales partenaires sexuales atribuyéndole los mejores cunnilingus y felatios del cine Triple X. No le van en saga las más cáusticas alusiones político-sociales. También en el segundo capítulo de la serie que venimos aludiendo - que siempre comienza con un deceso ocasionado por diferentes causas, la mayor parte accidentes estúpidos - un apuesto joven en traje de baño enciende un habano en el solarium de su imponente mansión exponiendo ante un reducido número de amigos lo que bien podría constituir el obsceno manifiesto del capitalismo más depredador: "Puedes tener lo que quieras. Está allí para que lo tomes. Pero nos han condicionado a creer que es algo injusto, que le estaríamos quitando algo a otra persona, ¿cierto? ¡Falso! El botín del universo no tiene límites". A continuación, se zambulle en las cristalinas aguas de su lujosa piscina... rompiéndose la cabeza contra el cemento del fondo. En la misma entrega, cuando lean ante la familia protagónica el testamento de su padre y - al cabo del reparto de todos sus ahorros y propiedades - a la hija adolescente le corresponda exclusivamente el pago de todos sus estudios, esta, encarnando la mirada generacional vigente dirá: "Ya veo. A mí no me corresponde nada". Y en el octavo capítulo de The Wire, para más dato, mientras un par de miembros del equipo protagónico estudian para calificarse como oficiales antidrogas, un prominente narcotraficante se capacita en Macroeconomía en la Universidad de Baltimore.

Sin pasar por alto el talento de los guionistas locales - lo cual no está en tela de juicio, al menos en esta nota -, cabría reconocer que en nuestro medio se han dado notorios casos de censura y autocensura a la hora de trascender los límites tolerados en el plano de lo sexual o en el político. Sin ir más lejos, La marca del deseo fue una miniserie argentina de 13 episodios dirigida por Emilio Alfaro que en 1994 vio prohibida su emisión debido a la presión de entidades ultra conservadoras, y recién en 1997 fue emitida completa. Por su parte, en 2011 el actor Mike Amigorena desistió de interpretar al CEO de Clarín, Héctor Magnetto, para la serie El Pacto, emitida por América 2 (en compensación, no debería pasarse por alto aquí el encomiable esfuerzo realizado por nuestra TV Pública con ficciones como “Quién mató al Bebe Uriarte?”, “Embarcados en Europa”, o “12 Casas”)

Por último, otro factor sumamente gravitante en el éxito de los productos analizados es su esmerado casting, generalmente sostenido por grandes actores que no provienen del star system.


















Plataformas

“Hoy todo es televisión, ves televisión en el televisor, en tu laptop, en tu móvil, en tu reloj, en tus Google Glass, incluso en este momento en mi lente de contacto yo estoy viendo un capítulo de American Horror Story: Asylum”.

Neil Patrick Harris

Un factor novedoso a tener en cuenta a la hora de comprender el imparable y vertiginoso fenómeno que aquí se analiza es el actual sistema de vasos comunicantes multipantalla que ha comenzado a retroalimentar de contenidos high tec a los cines, la TV, la web, las tablets y los celulares. La nueva generación de macro pantallas LED inteligentes destinadas al hogar viene a confirmar la temprana prospectiva aventurada por Ray Bradbury, el poeta de la ciencia ficción  que en su novela “Fahrenheit 451” (1953) vaticinó la confluencia de todos los contenidos audiovisuales a consumir por parte de la sociedad en una sola boca de expendio ubicada en el living familiar.

A este respecto corresponde dedicarle un par de líneas a Netflix, la ventana a la que hoy vienen asomándose infinidad de usuarios ávidos por devorar cuanto contenido audiovisual se les cruce. Se trata de un servicio en línea que proporciona a sus clientes la posibilidad de ver películas y series de televisión de manera legal e ilimitada vía internet a cambio de una suscripción mensual. Fue fundado oficialmente en 1991 pero no fue hasta 1999 que comenzó a sacudir el mercado del alquiler de películas cinematográficas. En ese entonces no tenían servicios de transmisión de películas on line, en su lugar fueron los pioneros en el servicio de envió de películas en DVD vía correo tradicional (Estados Unidos) En la actualidad, su modelo de negocio ha cambiado bastante. Lo que en el pasado supuso su principal fuente de ingresos ya no lo es. Hoy en día su principal modelo de negocio se basa en enviar películas vía internet de forma legal. Este nuevo sistema de distribución le permite reducir los costos y aumentar la rentabilidad a cifras inimaginables. Los costos de operación son menores además de que utiliza menos espacio que en el almacenamiento y distribución de DVD. Una de sus características más interesantes es que no hay necesidad de descargar las películas primero a la computadora, se pueden ver directamente on line en tiempo real. Su creciente peso en el mercado del entretenimiento estriba en que ha firmado contratos de reproducción de películas con alguna de las productoras de cine y televisión más importantes del mundo. Dicha nómina explica en buena medida la causa de su éxito arrasador:

Sony Pictures
Walt Disney
Motion Pictures Group
Overture Films
Anchor Bay Entertaiment
Starz
Time Warner
Universal Pictures
Sony Pictures
Paramount Pictures
MGM
Lions Gate Entertaiment
20 Century Fox

Por su parte, la exitosa cadena HBO acaba de presentar su programación para el año en curso con slogans tan provocadores como “A veces me da miedo que llegue Netflix a casa y me encuentre con HBO”. Ocurre que gradualmente está instalando sus plataformas HBO GO y HBO OD, ofrecidas con el claro objetivo de incrementar los más de 7 millones de suscriptores que hoy tiene en Latinoamérica. Esta guerra por conquistar el mundo del entretenimiento recién comienza, y la mayor parte de sus factorías no parece apuntar a consumos que prioriten la vieja sala de cine.















 
Espacio de consumo  predominante 

“Es como si más de un siglo después de sus primeras batallas, los hermanos Lumière, inventores no sólo del aparato cinematográfico sino también del acto social que conlleva ver una película en una sala, hubieran finalmente perdido la partida frente al viejo y taimado Thomas Alva Edison, que con su primitivo Kinetoscopio  - pensado para un único espectador que debía asomar sus ojos por una ranura - ya parecía profetizar que las imágenes en movimiento finalmente iban a ser consumidas de manera individual antes que colectiva”.

Luciano Monteagudo


Todo lo dicho hasta aquí permite sospechar que hoy el living hogareño constituye el escenario potencial de una decisiva disputa entre el circuito de exhibición cinematográfica comercial y lo que hasta ahora entendimos por televisión. Es más, acaso estemos asistiendo al último round del match que en los 50s obligó al cine a inventar el Cinerama para recuperar público tras la irrupción de la pantalla chica. Cabe cuestionarse pues si hoy aquel volvería a salir airoso litigando contra la cada vez más masiva instalación de home theatres capaces de reproducir 3D e interconectar simultáneamente a todas las usinas de la industria del entretenimiento. Algunos desprevenidos veníamos esperando que la tecnología empatara el nivel de definición del cine digital con el fílmico para sacar a este último de la pista, y ahora que se trata de un hecho consumado (el filme Oblivion se filmó en 4K), en vez de prevalecer la digitalización masiva de las salas reteniendo audiencias en los espacios públicos, la red de redes - con sus ofertas de consumo on line o download - se suma a la creciente oferta de equipos de reproducción de última generación amenazando con darles el triunfo, de modo que el  entertainment pase a consumirse cómodamente en casa, o en viajes de media y larga distancia.
 
En consecuencia, contra algunas teorías algo conspirativas cuajadas durante los años 60 y 70s, es muy probable que las potencias del norte no necesariamente se desvelen por contrabandearnos su cultura perversamente como si esta fuera la universalmente correcta, ya que para ello sobran razones basadas en la mega escala en que producen (lo cual, desde luego, no es un presupuesto ajeno a la Teoría de la Dependencia) Eso sólo conlleva el condicionamiento de los mercados (moda, confort, hábitos y costumbres), y no requiere de un departamento de la CIA exclusivamente abocado  a que seamos como ellos. Sino que el mainstream condiciona severamente las cuotas de pantalla y multiplica exponencialmente sus ganancias. Así, resulta ineludible que de la cantidad surja la calidad, y que de la consolidada gobernabilidad de los principales potencias proveedoras de contenidos surjan guiones ácidos y cargados de autocrítica a los que nuestros países - generalmente mucho más inestables - aún no se arriesgan sistemáticamente. Eso también los aventaja sobre nuestras potenciales usinas de materia gris. Sólo un Proyecto Nacional capaz de reactivar resueltamente la industria - incluyendo la del espectáculo - fomentará una producción en serie de contenidos adecuados capaz de que alguna vez La Saga de los Confines haga frente a Game of Thrones. El paradigma digital brinda un contexto favorable, la Nueva Ley de Medios debe preservarlo. Desde luego, como en cualquier caso que comprometa nuestra soberanía - ya que si no somos capaces de narrarnos lo harán otros -, también habrá que revisar una política de Estado en materia de Defensa para preservar esa pantalla. Porque el poder no se suicida, y las divisas le importan más que la vida.-


JORGE FALCONE

Artículo elaborado a instancias de contribuir con la tesis específica que prepara la estudiante Agustina Rossito para graduarse en la Carrera de Cine de la Universidad de Palermo.
 


Bibliografía de consulta

“Prime Time. Las mejores series norteamericanas de CSI a Los Soprano”, de Concepción Cascajosa Virino
“Series TV. Una pasión cinéfila”, Cahiers du Cinema N° 47, Julio-Agosto 2011
“El imperio de las series”, Haciendo Cine N° 143, Diciembre 2013
Camilo Juárez: Vicioso en serie”, Revista digital La Granada, 27 de febrero 2014 (http://revistalagranada.com.ar/?p=1400)

 

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