DE LA SALA OSCURA
AL HOME THEATRE
Escena del
filme "Fahrenheit 451" (1966) de François Truffaut,
basado en la novela homónima de Ray
Bradbury
“A medida que la
televisión se va haciendo más chatarra, los programas cada vez más previsibles
y amarillos y el cine más clonado, las series se van convirtiendo en el refugio
de quienes gustan de las ficciones. Con lenguaje más cinematográfico que el
mismo cine, actores, guiones y directores increíbles, son el nuevo vicio de
muchos”.
Camilo Juárez
Ora porque las productoras majors
de Hollywood vienen apostando al éxito fácil de taquilla - capaz de frustrar
las expectativas del guionista más exigente -, ora porque una innovación
tecnológica sin precedentes inaugura para la industria del entretenimiento
formas novedosas de consumo - hogareñas o en tránsito -, el espectáculo
audiovisual está sufriendo una acelerada metamorfosis, algunos de cuyos aspectos
intentaremos revisar en esta nota.
Factura
Una de las claves del fenómeno
enunciado reside en el altísimo standard de producción que sostiene a
algunos productos televisivos en cuestión. A manera de ejemplo, basta con
dimensionar la inversión que requiere una minuciosa reconstrucción histórica
sostenida a lo largo de varias temporadas, como la que puede verse en las series
Roma o Boardwalk
Empire, por citar un par de ejemplos, ambas pertenecientes
a la emprendedora cadena HBO. Esto describe un nuevo escenario, en el que se están
borrando las fronteras de calidad entre la producción destinada al cine y a la TV.
Estética
El despliegue de creatividad ofrecido por las nuevas
propuestas encuentra campo fértil en las cortinas de presentación. Algunas
adelantan parte de su contenido en forma alegórica, como en el caso de The Walking Dead, donde se pasa revista
a sucesivos planos descriptivos de la desolación que ha causado la plaga sobre
la que se asienta su relato; o Breaking
Bad, donde el arte de los créditos que complementa las imágenes de
laboratorio se asienta en originales referencias a la Tabla de Elementos
Periódicos de Mendeleiev; también ocurre en Mad Men, mediante la caída al vacío animada de un yuppie que va recorriendo gigantografías
publicitarias alusivas al american way of
life montadas sobre los edificios linderos; y lo propio sucede en Six Feet Under, que recurriendo a planos
detalle de la preparación de un cadáver y su traslado al camposanto, culmina
con una panorámica a campo abierto que “entierra” al título en cuestión bajo la
silueta de un árbol añoso. Para dejar en claro su tono de comedia negra, el
primer capítulo de esta serie también recurre a separadores que emulan
comerciales televisivos muy sofisticados sobre la conservación y el maquillaje
de cadáveres. En otros casos, como ocurría con la ya legendaria Expedientes X, la cortina de
presentación reproduce textualmente momentos claves de la saga; tal es el caso
de The Wire, donde se nos muestra
una sucesión de planos alusivos a la intercepción de llamadas telefónicas que
iremos reconociendo durante el transcurso de la serie. En este último caso,
emulando cánones del policial negro, cada capítulo está prologado por una cita
en placa, perteneciente a alguno de los personajes y alusiva al nudo de esa
entrega. Por ejemplo, el capítulo en que conozcamos el hábitat del adicto
soplón Bubbs comenzará con su frase "Hay
una línea muy fina entre el cielo y esto...".
Narrativa
La mayoría de los adictos a las buenas
series de TV tenemos nuestros personajes favoritos. El autor de esta nota, por
ejemplo, - hombre de los 60 al fin - amó al que encarnara Robert Stack en Los Intocables, Vic Morrow en Combate, David Janssen en El Fugitivo, Roy Thines en Los Invasores, Darren Mc Gavin en Kolchak, El Cazador Nocturno, Lance
Henrikssen en Millenium, Alberto de
Mendoza en El Rafa, o Leonardo
Sbaraglia en El Signo. A cualquier
cinéfilo le cuesta superar el duelo que implica enamorarse de un personaje
brillantemente escrito e interpretado, y saber que no volverá a saber de él más
que la misma historia siempre, vista y revista una y otra vez. ¡Pero en las
series los personajes duran más!
Entonces - por lo menos durante un tiempo - sabemos que al volver a casa
estarán allí. Fieles al mando play.
Para seguir a nuestro lado al final de cada jornada. En efecto, la prórroga
indefinida de temporadas de una serie (más asimilable a la estructura literaria
de la novela que a la del cuento, que parecería corresponderle a un
largometraje) contribuye a explorar con enorme riqueza el perfil sicográfico de
cada personaje. A la fecha, ¿quién se extraviaría en el Springfield de Los Simpson?, o - en todo caso -
¿cuánto nos quedó por saber de los náufragos de Lost?
Cualquier guionista que se precie de tal - y quien escribe esta nota modestamente ejerce ese noble quehacer - sabe que un buen conflicto es el motor de un relato, y que el personaje (principal, secundario, o incidental) es el instrumento fundamental para que este se despliegue. Sostienen los especialistas en la materia que lo que el personaje piense deberá decirlo, y lo que sienta deberá actuarlo. Un magistral ejemplo de tal preceptiva puede apreciarse durante la segunda temporada de la ya citada serie Roma, más precisamente en una escena del sexto episodio (La batalla de Filipos), en que el esclavo Pullo es comisionado para asesinar al tribuno Marco Tulio Cicerón. La situación transcurre en el parque del palacio que habita el noble, quien - ya reducido por el que será su verdugo - espera la estocada final. Quien carga con semejante mandato, inconcientemente traicionado por su condición plebeya y antes de blandir la espada, así se dirige a su inminente víctima: _ ¡Qué bellos duraznos crecen en su jardín! ¿Puedo quedarme con algunos? Otro tanto se ve en la atrapante serie Breaking Bad, cuando en el segundo capítulo, Walter toma un cuchillo de cocina, supuestamente meditando si asesinará al dealer que mantiene prisionero… y apenas lo utiliza para quitar la corteza del sándwich que le ofrecerá. Dos capítulos más adelante, en la misma serie asistiremos a un momento brillantemente resuelto para darnos a conocer la sicología de los personajes: Los familiares directos del protagonista se reúnen en el living de su casa dispuestos a opinar sobre cómo enfrentar el cáncer de pulmón que lo aqueja, apelando - a instancias de su esposa Skyler - al recurso de pasarse un almohadón para irse otorgando así el uso de la palabra. Entonces Hank tendrá una intervención basada en metáforas vinculadas con su afición deportiva, y el propio Walt hallará la oportunidad para explicar en qué consiste la diferencia entre vivir y sobrevivir. Y aún dos capítulos más adelante, la entrega respectiva comienza con un encuentro escolar entre padres y policía, en el contexto de la búsqueda de la cocina de metanfetamina cuyos elementos han sido sustraídos del laboratorio de Walter, que se abstrae de la situación acariciando bajo la mesa la entrepierna de su esposa justo en el momento en que le otorgan la palabra. Dicha secuencia culmina con el protagonista y su cónyuge fornicando apasionadamente en el auto. Cuando ella pregunte “¿De dónde vino eso, y porqué fue tan bueno?”, Walt responderá con la que ha de ser una clave de su comportamiento a lo largo de toda la serie: “Porque fue ilegal”. Con semejante agudeza a la hora de perfilar a un personaje, en el tercer capítulo de la serie The Wire (Las compras) D'Angelo, traficante sobreseído en el primer capítulo y sobrino de Avon Barcksdale - temible líder de la red delictiva que opera en los monobloks de la zona oeste de Baltimore -, enseña ajedrez a un par de dealers primerizos comparando las reglas de dicho juego con su cotidiana labor, diciendo, por ejemplo, - ¿Puede un peón llegar a ser rey? No es tan sencillo: se los mata muy fácil.
En un workshop sobre “Estética y Cine” ofrecido en 2001 por Emir Kusturica en el MALBA a instancias de
En consecuencia, así como la sicología de un
personaje condiciona su aspecto, también su forma de hablar y entorno brindarán
información sobre sus características y preocupaciones particulares. Por
ejemplo, en el quinto capítulo de Breaking Bad veremos que sobre su mesa de luz Walter tiene un
libro acerca de cómo se comunican los bebés, bajo otro referido a cómo
sobrevivir al cáncer.
Si la inagotable originalidad de algunos
productos sumamente exitosos acaso se asienta sobre un esquema creativo que
ubica en la cima de un vastísimo equipo rotativo de guionistas al mentor de la
serie (por ejemplo, Vince Gilligan en el caso de Breaking Bad, Matthew Weiner en el de Mad Men, Allan Ball en el de Six Feet Under, o David Simon en el de The Wire), también cabría reconocer como
ventaja altamente competitiva a la singular
audacia de los guionistas norteamericanos, fruto de un país consolidado y con
enorme capacidad de asimilación autocrítica. Algunos ejemplos bastarán para
coincidir que las series revisadas en esta nota llevan ciertas situaciones
hasta un extremo infrecuente en nuestro contexto. En el tercer capítulo de Mad
Men, su protagonista, Donald Drapper, hace algo tan natural como poco común en la TV local: Al cabo de beber
mucha cerveza... va al baño y orina. Yendo
un poco más lejos en materia de pudores, en el el segundo capítulo de Six Feet
Under, serie que hace gala de un humor negro sumadamente mordaz, se nos muestra
un muerto en erección: "deseo de
ultratumba", dirá el camillero. En el tercer capítulo de la misma
serie, Dave, el hijo gay de la familia
protagónica, amanece haciéndose arrumacos sobre el lecho con su novio, un
musculoso policía de color; acto seguido detecta en la habitación al fantasma
de su padre que, para mayor sorpresa,
pregunta "Díganme, ¿cuál de
los dos es la esposa?". Una vez más, en el quinto capítulo de dicha
serie, durante el velorio de una célebre estrella erótica hablan sus habituales
partenaires sexuales atribuyéndole
los mejores cunnilingus y felatios del cine Triple X. No le van en saga las más
cáusticas alusiones político-sociales. También en el segundo capítulo de la
serie que venimos aludiendo - que siempre comienza con un deceso ocasionado por
diferentes causas, la mayor parte accidentes estúpidos - un apuesto joven en
traje de baño enciende un habano en el solarium
de su imponente mansión exponiendo ante un reducido número de amigos lo que
bien podría constituir el obsceno manifiesto del capitalismo más depredador: "Puedes tener lo que quieras. Está allí
para que lo tomes. Pero nos han condicionado a creer que es algo injusto, que
le estaríamos quitando algo a otra persona, ¿cierto? ¡Falso! El botín del
universo no tiene límites". A continuación, se zambulle en las
cristalinas aguas de su lujosa piscina... rompiéndose la cabeza contra el
cemento del fondo. En la misma entrega, cuando lean ante la familia protagónica
el testamento de su padre y - al cabo del reparto de todos sus ahorros y
propiedades - a la hija adolescente le corresponda exclusivamente el pago de
todos sus estudios, esta, encarnando la mirada generacional vigente dirá:
"Ya veo. A mí no me corresponde nada".
Y en el octavo capítulo de The Wire, para más dato, mientras un par de miembros
del equipo protagónico estudian para calificarse como oficiales antidrogas, un
prominente narcotraficante se capacita en Macroeconomía en la Universidad de
Baltimore.
Sin pasar por alto el talento de los guionistas locales - lo
cual no está en tela de juicio, al menos en esta nota -, cabría reconocer que
en nuestro medio se han dado notorios casos de
censura y autocensura a la hora de trascender los límites tolerados en el plano
de lo sexual o en el político. Sin ir más lejos, La marca del deseo fue una miniserie argentina de 13 episodios
dirigida por Emilio Alfaro que en 1994 vio prohibida su emisión debido a la
presión de entidades ultra conservadoras, y recién en 1997 fue emitida completa.
Por su parte, en 2011 el actor Mike Amigorena desistió de interpretar al CEO de Clarín, Héctor Magnetto, para la serie El
Pacto, emitida por América 2 (en compensación, no debería pasarse
por alto aquí el encomiable esfuerzo realizado por nuestra TV Pública con
ficciones como “Quién mató al Bebe Uriarte?”, “Embarcados en Europa”, o “12
Casas”)
Por último, otro factor sumamente gravitante
en el éxito de los productos analizados es su esmerado casting, generalmente sostenido por grandes actores que no
provienen del star system.
Plataformas
“Hoy todo es
televisión, ves televisión en el televisor, en tu laptop, en tu móvil, en tu
reloj, en tus Google Glass, incluso en este momento en mi lente de contacto yo
estoy viendo un capítulo de American Horror Story: Asylum”.
Neil
Patrick Harris
Un factor novedoso a tener en cuenta a la hora de comprender
el imparable y vertiginoso fenómeno que aquí se analiza es el actual sistema de
vasos comunicantes multipantalla que ha comenzado a retroalimentar de contenidos
high tec a los cines, la TV ,
la web, las tablets y los
celulares. La nueva generación de macro pantallas LED inteligentes destinadas
al hogar viene a confirmar la temprana prospectiva aventurada por Ray Bradbury,
el poeta de la ciencia ficción que en su
novela “Fahrenheit 451”
(1953) vaticinó la confluencia de todos los contenidos audiovisuales a consumir
por parte de la sociedad en una sola boca de expendio ubicada en el living familiar.
A este respecto corresponde
dedicarle un par de líneas a Netflix,
la ventana a la que hoy vienen asomándose infinidad de usuarios ávidos por
devorar cuanto contenido audiovisual se les cruce. Se trata de un servicio en
línea que proporciona a sus clientes la posibilidad de ver películas y series
de televisión de manera legal e ilimitada vía internet a cambio de una
suscripción mensual. Fue fundado oficialmente en 1991 pero no fue hasta 1999
que comenzó a sacudir el mercado del alquiler de películas cinematográficas. En
ese entonces no tenían servicios de transmisión de películas on line, en su lugar fueron los pioneros
en el servicio de envió de películas en DVD vía correo tradicional (Estados
Unidos) En la actualidad, su modelo de negocio ha cambiado bastante.
Lo que en el pasado supuso su principal fuente de ingresos ya no lo es. Hoy en
día su principal modelo de negocio se basa en enviar películas vía internet de
forma legal. Este nuevo sistema de distribución
le permite reducir los costos y aumentar la rentabilidad a cifras inimaginables.
Los costos de operación son menores además de que utiliza menos espacio que en
el almacenamiento y distribución de DVD. Una de
sus características más interesantes es que no hay necesidad de descargar las
películas primero a la computadora, se pueden ver directamente on line en tiempo real. Su creciente peso en el mercado del entretenimiento estriba
en que ha firmado contratos de reproducción de películas con alguna de las productoras
de cine y televisión más importantes del mundo. Dicha nómina explica en
buena medida la causa de su éxito arrasador:
Sony Pictures
Walt Disney
Motion Pictures Group
Overture Films
Anchor Bay Entertaiment
Starz
Time Warner
Universal Pictures
Sony Pictures
Paramount Pictures
MGM
Lions Gate Entertaiment
20 Century Fox
Walt Disney
Motion Pictures Group
Overture Films
Anchor Bay Entertaiment
Starz
Time Warner
Universal Pictures
Sony Pictures
Paramount Pictures
MGM
Lions Gate Entertaiment
20 Century Fox
Por su parte, la exitosa cadena HBO
acaba de presentar su programación para el año en curso con slogans tan provocadores como “A veces me da miedo que llegue Netflix a
casa y me encuentre con HBO”. Ocurre que gradualmente está instalando sus
plataformas HBO GO y HBO OD, ofrecidas con el claro objetivo de incrementar los
más de 7 millones de suscriptores que hoy tiene en Latinoamérica. Esta guerra
por conquistar el mundo del entretenimiento recién comienza, y la mayor parte
de sus factorías no parece apuntar a consumos que prioriten la vieja sala de
cine.
Espacio de consumo predominante
“Es como si más de un
siglo después de sus primeras batallas, los hermanos Lumière, inventores no
sólo del aparato cinematográfico sino también del acto social que conlleva ver
una película en una sala, hubieran finalmente perdido la partida frente al
viejo y taimado Thomas Alva Edison, que con su primitivo Kinetoscopio - pensado para un único espectador que debía
asomar sus ojos por una ranura - ya parecía profetizar que las imágenes en
movimiento finalmente iban a ser consumidas de manera individual antes que
colectiva”.
Luciano Monteagudo
Todo lo dicho hasta aquí permite sospechar que hoy el living hogareño constituye el escenario potencial de una decisiva disputa entre el circuito de exhibición cinematográfica comercial y lo que hasta ahora entendimos por televisión. Es más, acaso estemos asistiendo al último round del match que en los 50s obligó al cine a inventar el Cinerama para recuperar público tras la irrupción de la pantalla chica. Cabe cuestionarse pues si hoy aquel volvería a salir airoso litigando contra la cada vez más masiva instalación de home theatres capaces de reproducir 3D e interconectar simultáneamente a todas las usinas de la industria del entretenimiento. Algunos desprevenidos veníamos esperando que la tecnología empatara el nivel de definición del cine digital con el fílmico para sacar a este último de la pista, y ahora que se trata de un hecho consumado (el filme Oblivion se filmó en 4K), en vez de prevalecer la digitalización masiva de las salas reteniendo audiencias en los espacios públicos, la red de redes - con sus ofertas de consumo on line o download - se suma a la creciente oferta de equipos de reproducción de última generación amenazando con darles el triunfo, de modo que el entertainment pase a consumirse cómodamente en casa, o en viajes de media y larga distancia.
En consecuencia, contra algunas teorías algo conspirativas
cuajadas durante los años 60 y 70s, es muy probable que las potencias del norte
no necesariamente se desvelen por contrabandearnos su cultura perversamente
como si esta fuera la universalmente correcta, ya que para ello sobran razones
basadas en la mega escala en que producen (lo cual, desde luego, no es un presupuesto
ajeno a la Teoría
de la Dependencia )
Eso sólo conlleva el condicionamiento de los mercados (moda, confort, hábitos y costumbres), y no
requiere de un departamento de la
CIA exclusivamente abocado a que seamos como ellos.
Sino que el mainstream condiciona severamente las cuotas de pantalla y
multiplica exponencialmente sus ganancias. Así, resulta ineludible que de la
cantidad surja la calidad, y que de la consolidada gobernabilidad de los
principales potencias proveedoras de contenidos surjan guiones ácidos y
cargados de autocrítica a los que nuestros países - generalmente mucho más
inestables - aún no se arriesgan sistemáticamente. Eso también los aventaja
sobre nuestras potenciales usinas de materia gris. Sólo un Proyecto Nacional
capaz de reactivar resueltamente la industria - incluyendo la del espectáculo -
fomentará una producción en serie de contenidos adecuados capaz de que alguna
vez La Saga de
los Confines haga frente a Game of Thrones. El paradigma digital brinda
un contexto favorable, la Nueva
Ley de Medios debe preservarlo. Desde luego, como en
cualquier caso que comprometa nuestra soberanía - ya que si no somos capaces de
narrarnos lo harán otros -, también habrá que revisar una política de Estado en
materia de Defensa para preservar esa pantalla. Porque el poder no se suicida,
y las divisas le importan más que la vida.-
JORGE FALCONE
Artículo elaborado a
instancias de contribuir con la tesis específica que prepara la estudiante
Agustina Rossito para graduarse en la Carrera de Cine de la Universidad de
Palermo.
Bibliografía
de consulta
“Prime Time. Las mejores series norteamericanas de CSI a Los Soprano”, de Concepción Cascajosa Virino
“Series TV.
Una pasión cinéfila”, Cahiers du Cinema N° 47, Julio-Agosto 2011
“El imperio
de las series”, Haciendo Cine N° 143, Diciembre 2013
“Camilo
Juárez: Vicioso en serie”, Revista digital La
Granada , 27 de febrero 2014 (http://revistalagranada.com.ar/?p=1400)
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