30 AÑOS DE DEMOCRACIA
NO FUERON
SUFICIENTES
PARA ERRADICAR LA
MISERIA
Los cambios producidos
mostrarán en este nuevo siglo un capitalismo mundial con otra modalidad de
acumulación y producción, que presenta zonas grises en relación a la clásica
diferenciación entre países industrializados y de producción primaria. Con
zonas centrales de relativa desindustrialización y otras periféricas recibiendo
inversiones industriales con tecnología de punta, las corporaciones rearman sus
estructuras a nivel mundial. En ese proceso van desarmando los Estados “del
bienestar”, sometiendo a las economías a sus lógicas de acumulación
internacional, y avanzando en la apropiación gigantesca de recursos, sectores,
mercados y países, en manos de un puñado de bancos y de grandes grupos
económicos. Este proceso presenta graves peligros para la humanidad y serios
límites para el capitalismo como sistema.
Luis Laferriere
El Diario / Domingo 15 de Diciembre de 2013
El 10 de
diciembre próximo pasado la República
Argentina conmemoró tres décadas de vigencia del orden
constitucional. Como si dicho período siguiera varado en una suerte de
transición interminable, el acto central que lo celebró tuvo el mismo carácter
autista que los fastos del Bicentenario: Un show animado por figuras de la
música nacional contemporánea generosamente remuneradas; un elenco estable de
asistentes oriundos de la metrópoli y el conurbano (contingente social que
alimenta la consabida “postal turística” que el multimedios estatal denomina
“masiva concurrencia”) repartido entre adherentes y curiosos; y una única
oradora, ya sin luto pero siempre admonitoria.
Este cronista no
pasa por alto que el calentamiento global, fomentado - entre otros factores -
por los residuos gaseosos de las empresas empeñadas en abaratar costos
ahorrando todo tipo de recaudo en materia de seguridad industrial, en esta
época del año incrementa el consumo de electrodomésticos, lo que acarrea como
consecuencia el colapso de las usinas, el corte de fluido eléctrico por tiempo
indeterminado tanto en hogares humildes como de clase media… y que los
damnificados más impacientes tienen por costumbre cortar las carreteras del
país en procura de hidratación, higiene, y gambeteo de enfermedades evitables,
toda vez que la Aldea Global
- como es de público conocimiento -
depende de un simple corte de luz capaz de devolvernos a pretéritas eras
pre civilizatorias de la humanidad.
Tampoco ignoramos
que un agente del orden no es cualquier trabajador, sino más bien un empleado
estatal armado por sus patrones para preservar la propiedad privada regulando
la disciplina social, y que cuando aumentan los riesgos a los que se expone -
producto de una inseguridad incrementada por el modelo de exclusión social
- cuenta con una herramienta de coacción
contra sus empleadores tan eficaz como lo es desguarnecer el espacio público
dejándolo a merced de hambreados y pescadores de río revuelto, ni mucho menos disimularemos
el hecho evidente de que en países hermanos de la región estos alzamientos de
la fuerza pública han sido capitalizados por el Imperio, siempre dispuesto a
ahogar el más módico esfuerzo emancipatorio de nuestros pueblos.
Ni siquiera
omitiremos que los saqueos que de un tiempo a esta parte se multiplican hacia
fin de año son terreno fértil tanto para legítimos desesperados como para
aventureros de toda laya, lo que no obsta para refrescar el detalle de que el
último eslabón de la cadena social no arriba a semejante instancia despojado
apenas de bienes materiales tan imprescindibles como comida, ropa, o acceso a
la salud… sino también drásticamente privado de ingresar a los paraísos
artificiales que promete la mejor tarjeta de crédito, el más poderoso smart phone, o ese LCD que ahora incluye
anteojos para 3D, lo cual ubica a ese periodismo amarillista afecto a
argumentar que “roban plasmas en vez de comida” entre la condición de soberanos
pelotudos y la de reverendos hijos de puta.
Ocurre que la
fragmentación con que se administran las noticias genera niveles de alienación
que neutralizan la capacidad de sus consumidores para desarrollar una visión
integradora de las mismas. Cuando un anciano es internado por tiempo prolongado
a causa de una dolencia, a menudo se producen reacciones en cadena que agravan
el cuadro original; ningún médico duda en diagnosticar en esos casos que se
trata de una complicación sistémica. El
pensamiento estratégico alguna vez aplicó estos criterios al análisis político,
evitando la tentación de aislar la consideración de cada hecho. Sin embargo,
por citar un ejemplo recurrente, se ha naturalizado recibir con alarmante
frecuencia noticias acerca de la irrupción de francotiradores o masacres
escolares en la sociedad norteamericana sin que los comunicadores sociales
describan dicho fenómeno como un hecho sistémico. Es más, la costumbre es
singularizarlo a la sobreabundancia de sicópatas, diagnostico que por otra
parte tranquiliza más a la opinión pública. En consecuencia, el irrespirable
clima del verano en curso, inaugurado con Alerta Rojo, “sorprende” por inédito
a las autoridades del Ministerio de Planeamiento que no atinan a bajar de
inmediato el riesgo de muerte de la población… y el periodismo cubre la noticia
fritando un huevo en una boca tormenta del microcentro o relevando el
abastecimiento de agua mineral en los kioscos… pero nadie asocia semejante
fenómeno a la sorpresiva irrupción de palometas en las costas de Rosario (¿para
no llevar más alarma a la opinión pública?)
De manera que,
ante semejante contexto de dificultades inherentes al sistema capitalista al
que los sucesivos gobiernos del período en cuestión se han empeñado en lavar la
cara, los discursos laudatorios de “la década ganada”, cacareados sobre más de
una decena de cadáveres tibios de vecinos asesinados en su mayoría por el
comerciante del barrio, convierten a sus contumaces adherentes en habitantes
del País Matrix, ese minúsculo territorio real-virtual físicamente circunscripto
al microcentro porteño, y mediáticamente sostenido por la prensa oficial… mientras el
elenco estable de la democracia colonial continúa sobreseyéndose mutuamente de
cualquier delito, como acaba de ocurrir con las coimas en el senado delarruísta,
que según la Justicia
no existieron.
En tanto, buena
parte de la militancia juvenil florecida en los últimos años sigue valorizando
los discursos y las expresiones de deseo del poder por encima de la matriz
productiva - basada en el agronegocio y el extractivismo - sobre la que este se
sostiene.
El desierto verde
de la soja sigue avanzando sin prisa y sin pausa sobre toda zona fértil del
país, arrojando poblaciones originarias y campesinos pobres hacia el
hacinamiento de las grandes capitales, donde serán recibidos por otra funesta
consecuencia del modelo vigente: El boom
inmobiliario de las torres y los countrys
destinados a esa ciudadanía VIP en condiciones de financiarse el auto rescate
de la polución ambiental y social, esta última compuesta por l@s argentin@s que
sobran, compatriotas con valor de resaca, en su mayoría destinados a cerrar el
círculo del delito cuentapropista a ser faenado por el gatillo fácil.
De un tiempo a
esta parte se ha naturalizado cantar loas a la generación del 70… pero a
distancia prudencial de remontar sus más caras utopías. Sin ir más lejos,
abundan quienes, pretendiendo ubicarse a la izquierda del espectro político,
pasan por alto un debate tan crucial como impostergable: Aquel que debería
poner en cuestión al salvaje sistema capitalista imperante y todas sus
variantes “democráticas” de alta o baja intensidad, haciéndose eco de las
experiencias más avanzadas de la región, que proponen debates tan valiosos como
el Estatuto del Buen Vivir, o el Socialismo del Siglo XXI, y mecanismos
institucionales de nuevo cuño, ampliatorios de la representación social
parlamentaria, como las Asambleas Constituyentes.
El arco político
popular en resumida síntesis se compone de las variantes más populistas o conservadoras del neo desarrollismo en el
poder, de nuevas alternativas socialdemocráticas constituidas por reciclajes de la segunda mayoría nacional
o variantes de coaliciones progresistas que dilapidaron su oportunidad histórica
sepultada durante el Argentinazo de 2001, de un flamante frente de izquierda que crece a expensas de numerosas luchas
sindicales de carácter antiburocrático, y una bisoña confluencia de la
autodenominada izquierda popular
independiente que este año se arriesgó a participar del proceso electoral
haciendo un papel más que decoroso.
Inflación
mediante, y dispuesto el movimiento obrero a perforar todo techo paritario
impuesto, 2014 promete ser un año de gran conflictividad social, lo que amenaza
con consumir vertiginosamente el capital político de cuanta alquimia
institucional se le ocurra a un gobierno que hasta ahora no ha dejado de “sacar
conejos de la galera” a fin de oxigenarse. Las demandas básicas que van tomando
cuerpo entre los sectores más postergados podrían sintetizarse en la siguiente
enumeración:
* 82% móvil para los jubilados
* No más despidos ni suspensiones
Sería de esperar
que la emergencia de sectores rebeldes en el parlamento incluyera también la renuncia a todo tipo de
dogma y sectarismo al interior del campo popular, a los efectos de evitar que
tan auspiciosa novedad vuelva a sucumbir ante ese bipartidismo crónico que ha
demostrado con creces carecer de soluciones a la hora de construir una Patria
para tod@s.-
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