“A
inicios de los años ‘60, a causa de la contaminación del aire, y, sobre todo,
en el campo, a causa de la contaminación del agua (los ríos azules y los
arroyos transparentes) han empezado a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno
ha sido rápido y fulminante. Después de unos pocos años las luciérnagas ya no
estaban más. (Son ahora un recuerdo, bastante desgarrador, del pasado: y un
hombre mayor que tenga ese recuerdo, no puede reconocer en los nuevos jóvenes a
sí mismo joven, y por lo tanto, no puede proferir aquellas lindas quejas de añoranza
de otros tiempos). A ese ‘algo’ que ha sucedido hace una decena de años lo
llamaré entonces ‘la desaparición de las luciérnagas’ ”.
Fragmento
de un texto de Pier Paolo Pasolini aparecido el 1 de febrero de 1975 en el
Corriere della Sera con el título: “Il vuoto del potere in Italia” (“El vacío
de poder en Italia”), después fue publicado con el título:
“L’articolo delle lucciole” (“El artículo de las luciérnagas”) en Scritti corsari, Garzanti, Milán,
1975.
TENER UN REFERENTE
Como el autor de esta nota, Pasolini tuvo un
padre autoritario, una madre maestra, un hermano muerto resistiendo al fascismo,
y se dedicó a la poesía y el cine. Pero - obviamente - no han sido dichas
coincidencias las que me han llevado a adoptarlo como máximo referente de una
insobornable praxis intelectual.
La constante y minuciosa revisión de su obra
fílmica y literaria ha venido a rescatar y
alimentar mi ascendiente meridional, ya que mi abuela paterna nació en Catania,
y aunque no conserve el mejor recuerdo de su paso por mi vida tengo presente
que por esa vía incorporé una suma de vocablos dialectales que aún conservo, y
en ocasiones utilizo con sentido humorístico. Seguramente merced a dicho ADN
crecí escuchando cantar a Domenico Modugno y ponderar al genial comediante
Totó. Hoy entiendo que también es la causa inequívoca de que cuente con un oído
privilegiado para comprender el italiano y me haya conmovido tanto reencontrar
aquellos remotos referentes culturales - así como al dúo cómico Franchi-Ingrassia
- reunidos en la cinematografía del gran polígrafo boloñés. Desde la
perspectiva de un pensamiento crítico resulta encomiable que un intelectual
exquisito y de origen septentrional resolviera ensanchar la dotación de
argumentos de su permanente debate con el poder abrevando en un patrimonio
cultural estigmatizado como plebeyo, el mismo que - por la causa ya expuesta - recorre
mi torrente sanguíneo desembocando en aquel “taco de la bota” (Nápoles,
Sicilia, Calabria) desde el que mis mayores arribaron a este otro sur del
mundo.
GÉNESIS DE MI MÁS AMBICIOSO PROYECTO
DOCUMENTAL
Acaso desde mi modesto sitial de intelectual
orgánico del movimiento popular argentino, alguna vez se me tornó imprescindible
disculparme públicamente ante la memoria de Pasolini por casi cuatro décadas de
silencio en relación a su trágico deceso en el Idroscalo de Ostia y el
consabido velo de oscuridad cómplice que prorrogó la noción de que quien así
moría era un hombre de dudosa moral, excedido en el hábito de dar rienda suelta
a sus bajos instintos. En consecuencia, me dediqué casi obsesivamente al
estudio de cada circunstancia de su vida y vasta obra integral. De tal esfuerzo
nació la cantata-ensayo en su desagravio “PPP.
La vida como obra de arte”, difundida en la web a fines de 2010, con motivo del 30° aniversario de su
asesinato. Desde entonces no dejé de pensar en adaptar dicho texto a un
documental alusivo, de carácter poético. Repasar las conmovedoras Histoire(s) du Cinema del maestro Jean
Luc Godard me convenció de que aquella empresa no era necesariamente un
despropósito. A mediados del año 2011, el colofón de un estimulante seminario
sobre cine documental ofrecido por el eximio cineasta chileno Patricio Guzmán
me proporcionaría el invalorable prólogo que justificaría y contextualizaría la historia
que deseaba contar. Mi joven colega cordobés Federico Molnar, autor del documental “El Negro. Retrato fílmico de
Raúl Horacio Trigo”, cenando desavisadamente me soltaría la anécdota que habría
de brindar la mejor apertura posible a mi futuro filme: Al cabo de una
exhibición del implacable filme “Saló. Los 120 días de Sodoma” (feroz
testamento cinematográfico del autor de “El Evangelio según San Mateo”), un
videoclubista de su ciudad natal interpeló al indispuesto público reunido en la
sala argumentando que si verdaderamente le escandalizaban aquellas imágenes,
mucho más lo haría conocer la autopsia del cuerpo linchado de Pasolini. Y a
continuación procedió a leerla. Pues adopté la escena en el acto. Jamás hubiera
podido concebir un prólogo de semejante intensidad dramática. Continuando con
dicha “saga de milagros”, tiempo después hallaría en la nutrida librería
Guadalquivir de Buenos Aires un ejemplar de ROOM 1. Revista para buenos viajeros que luciendo por tapa un close up de Pier Paolo titulaba su nota
central Pasolini alrededor de Italia. “Ya está”, me dije. Aquel viaje realizado
por el artista durante 1959 desde Ventimiglia hasta Trieste terminaría de
vertebrar lo que ya tomaba la forma de una road
movie a lo largo de cuyo periplo nos asaltarían los fantasmas de su intensa
vida y profusa obra. Andrea Ramundo,
mi pareja, contribuyó a pergeñar la base presupuestaria de nuestra ambiciosa
empresa. El proyecto cuya pre producción encaro a lo largo del año en curso -
para filmar en Italia el próximo - terminaría de configurarse cuando un viejo
compañero de bachillerato residente en la península desde hace casi un cuarto
de siglo me diera a conocer la demoledora obra de los cineastas Ciprí y Maresco.
Bastó con dicho gesto para que el arquitecto Toribio Sosa - actor en mis películas Súper 8 de adolescencia - se
constituyera de inmediato en productor delegado en el lugar de los hechos. Él
me contactó con la traductora Flavia
Scalzi. El diseñador Cedric Tullet
donó la identidad visual del filme. Y un encuentro fortuito con mi viejo
compañero de militancia político-cultural, el actor Diego Vidart (hoy devenido junto a su pareja en profesor de tango)
me serviría en bandeja la voz y la pronunciación meridional necesarias para
sostener mi cantata como hoja de ruta del documental. Estamos pues en marcha,
sumando voluntades para concretar un sueño enorme.
UNA REPARACIÓN NECESARIA
Todo relato contiene historia y metáfora. En
este caso, la primera refiere la aventura existencial de un artista que se
inmola en pro de sus convicciones. Pero no es el único que lo ha hecho.
Entonces, ¿qué aspecto de su vida trasciende la experiencia individual y le
habla a la humanidad toda? He aquí pues la segunda cuestión: Ética y estética
se dan cita en la vida y obra de Pier Paolo de manera infrecuente. Pasolini es un símbolo universal de cuán
bella puede llegar a ser la condición humana en su búsqueda de la verdad.
Denunció el cambio antropológico operado por la sociedad de consumo sobre el
sub proletariado de su tiempo aventurando en la descripción de dicha
homologación cultural la degradación que habría de producir la futura Italia de
Berlusconi – esa que hoy no halla gobierno que la encauce – y cifró todas sus
expectativas de cambio en el Tercer Mundo materialmente empobrecido pero
pletórico de porvenir.
A su proverbial y reconocida vitalidad hoy se
suma - tardía pero afortunadamente - la creciente evidencia de haber sido
asesinado en una emboscada mafiosa que durante la madrugada del 2 de noviembre
de 1975 en la Playa
de Ostia utilizó como chivo expiatorio al joven marginal Pino Pelossi. La razón
última del crimen sería una represalia ante la sostenida denuncia pública del
artista contra los magnates de la industria hidrocarburífera peninsular. Sin ir
más lejos, su novela inconclusa “Petróleo”, de cuyo estudio se secuestró el
capítulo principal, resume la lucha al respecto del infatigable poeta y
cineasta.
Como es de público conocimiento, sobreabundan
filmes que analizan la vida y obra de Pier Paolo. Nuestro intento de desagravio
a su memoria consiste en realizar un documental de carácter experimental
enmarcado en la reivindicación de la temprana afición cineclubística de la generación que se incorporó a la vida política
y cultural en la Argentina
de los años 70. Se trata, en todo caso, de un acto de amor al cine. Y está
concebido como un periplo a través de los lugares que el autor de “Teorema” visitó
en el viaje anteriormente referido, al volante de un Fiat
Millecento. Él viajó de sur a norte, nosotros invertiremos el sentido de dicho
trayecto para comenzar en Venecia - donde asistiera a tantos festivales - y
culminar recorriendo los suburbios de Roma hasta llegar al Lido de Ostia,
adonde terminó sus días. A lo largo de dicha recorrida - en la que sólo veremos
paisaje urbano a través de un parabrisas - nos irán "emboscando"
imágenes de archivo incrustadas en muros, nubes, olas, etc. Así procuraremos sumar nuestro humilde aporte al clamor que en
todo el mundo viene reclamando que se reabra la Causa Pasolini. Para
que la justicia italiana limpie definitivamente la reputación de uno de los
grandes genios con los que contó la humanidad durante el Siglo XX.-
JORGE
FALCONE
(para interiorizarse y/o colaborar con el
proyecto en curso, visitar:
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