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miércoles, 1 de agosto de 2012

Vigencia de La Otra Campaña

MILITANCIA REVOLUCIONARIA O CARICATURA DE MILITANCIA


















Urge advertir que el emperador está desnudo

La Argentina de esta segunda mitad del Siglo XXI presenta el inédito panorama de que, bajo un gobierno que pretende sostener un discurso épico - remedo de los 70s -, salvo honrosas excepciones, las mayorías nacionales viven el lógico reflujo que produce mantener cierta expectativa en la oportunidad histórica surgida a partir de 2003, mientras el desgranamiento en la representación de los trabajadores nos enfrenta al riesgo (sin precedentes bajo una gestión de origen peronista) de contar prácticamente con cinco centrales obreras momentáneamente ilegales, una inflación galopante (el INDEC más veraz es el mercadito del barrio), y una represión de las más virulentas desde la recuperación del orden constitucional, perpetrada contra las luchas que enfrentan la depredación y el saqueo de nuestros recursos naturales en el país profundo (viernes 20 de julio de 2012, 22hs: Patotas de la megaminera Bajo La Alumbrera agreden a los asambleístas, bajo la complicidad de la policía de Catamarca). Si la sangre aún no llega al río ocurre merced a la contención de vastos sectores empobrecidos mediante planes que reemplazan la Justicia Social con la “inclusión”, al cerco mediático estatal (inventor sistemático de “buenas nuevas”), y a la cooptación de una franja generacional inexperiente, harta de la abulia individualista de los 90s, y falazmente convocada a encarnar la continuidad de esa gesta que quedara supuestamente inconclusa tras el genocidio de la generación a cargo de la Casa Rosada. Pero ocurre que quienes allí se apoltronan apenas representan a un puñado de sobrevivientes escarmentados de la generación del 70, acaso a la más fiel expresión de una soberbia desarmada coherente con su extracción mayoritariamente universitaria, pequeño burguesa, y socialmente resentida, que está muy lejos de hacer honor a lo mejor que brindó la experiencia de lucha en cuyo nombre cacarean: Compañeros de extracción proletaria como José Sabino Navarro, miembros de las Ligas Agrarias como Oriansky o el “Grandote” Píccoli, sindicalistas combativos como José Dámaso López, Armando Croatto, o el “Semilla” Ramírez, trabajadores de base como Manuel Lojo o Néstor Fonseca, apenas por reseñar un puñado de patriotas que no merecen una reputación embarrada por quienes se hacen acreedores a ironías como la de Beto Casella en su programa radial: El problema de la seguridad ya no son los motochorros, sino los MONTOchorros que están en el poder”.

La tentación de much@s argentin@s por creer en este espejismo de oasis aparecido en el desierto de una historia desgarrada conduce a privilegiar el gesto por encima del programa, olvidando una de las más caras lecciones aprendida durante décadas de lucha contra la opresión y el coloniaje: La ética de un proyecto no se mide por la retórica con que se lo enuncia sino reparando atentamente en la matriz productiva que propone. Y la actual – más allá de su descarada apelación a casi toda la galería de próceres del pensamiento nacional – es categóricamente sojera, agroexportadora y extractiva. En resumen, expoliadora, colonial, y no sustentable. Ante esta evidencia de sencilla constatación para cualquier luchador honesto (y dispuesto aún a renunciar a los privilegios de coyuntura para volver a “bailar con la más renga”) debieran pulverizarse todas las expectativas de “profundizar el modelo”, y producir espanto la consigna de “ir por todo”. Pero la tragedia nacional, en este mundo interdependiente y global, carece de exclusividad: Sabido es que enfrentamos una crisis civilizatoria que pone fecha de vencimiento menor a dos siglos al planeta que habitamos. De no mediar pues una profunda revisión del paradigma del progreso ilimitado, el reciclaje de los desarrollismos que – con signo conservador o progre – padece nuestra región no hará más que sumar a millones de latinoamericanos al holocausto alimentario y ambiental al que las grandes potencias ya conducen al resto de la humanidad.

No obstante, cualquiera que hoy se exceda en pronósticos agoreros sin formular propuestas viables correrá el riesgo de quedar como un aguafiestas ante las franjas juveniles mejor dispuestas a volver a creer en el destino nacional. Qué ofrece pues como perspectiva la experiencia de quienes no renunciamos al pensamiento crítico?

Algunas voces deliberadamente asordinadas

Para el Grupo de Reflexión Rural, por ejemplo,en los últimos tiempos ha cobrado relevancia la utilización de la  bandera de la Soberanía Alimentaria en diferentes contextos de las luchas contra el Paradigma Civilizatorio dominante. Se trata de una matriz de sabidurías  profundamente imbricadas en el imaginario y experiencia acumulada de muchos pueblos del mundo, que han venido desde siempre dando forma a las culturas del arraigo y del respeto por la Naturaleza y que ahora amenaza con ser definitivamente desvirtuada: La Soberanía Alimentaria no tiene lugar en el actual Modelo Productivo. Ella es o debería ser parte fundante de un Proyecto Nacional que considere volver a producir alimentos para nuestro Pueblo en la variedad y calidad que hemos extraviado. Es decir, recuperar los antiguos saberes rurales de la Argentina perdidos en décadas de neoliberalismo y neodesarrollismo. Volver a la Tierra desarmando lentamente los mecanismos impuestos por los agronegocios y, sin ninguna duda, recuperar la infraestructura energética y de transportes, revirtiendo esa terrible urbanización y hacinamiento a que se ha sometido a nuestras poblaciones”.

El docente universitario de economía política Luis Laferriere aclara un concepto fundamental: No fue el kirchnerismo quien le dio el formato al actual modelo de acumulación, sino el menemismo, que sentó las bases estructurales y jurídicas de lo que luego se consolidará con la expansión que tuvo la economía a partir del año 2003.

Una de las banderas más agitadas por el oficialismo con motivo del trigésimo aniversario de la gesta del Atlántico Sur ha sido la de la soberanía nacional. Reparemos qué opinan al respecto sectores no siempre convocados al debate, como el Observatorio Petrolero Sur: “La recuperación en el control y gestión del petróleo y el gas por parte del Estado nacional ha sido bandera y objetivo político de numerosas organizaciones, de las cuales somos parte. Sin embargo, no creemos que la medida apunte a la raíz de la situación y pueda ser tomada como punto de inflexión en la superación del marco regulatorio neoliberal, por lo menos hasta este momento. A su vez, el debate público –donde primó un punto de vista económico en desmedro de abordajes ambientales y sociales- se ha centrado únicamente en el por qué y el cómo. El para qué de la medida, según el proyecto de ley, apunta a alcanzar el autoabastecimiento energético y el equilibrio de la balanza comercial. Sin embargo no se llega a dilucidar el día después con mayor profundidad, los únicos indicios son el explícito interés sobre los cuestionados yacimientos no convencionales. La formación Vaca Muerta -que se ubica principalmente en territorio de la provincia de Neuquén- es la que más intereses despierta -aunque también existen otras cuencas en el país-; el escenario futuro, podría ser de profundo riesgo ambiental y social para gran parte del país, como lo demuestra la experiencia internacional”.

En referencia al mismo tema, agrega José Rigane, referente de la CTA rebelde: Ahora es necesario avanzar en el cambio de todo el modelo energético, porque REPSOL no es la única empresa multinacional que opera en Argentina. También operan, entre otras, CHEVRON, PETROBRAS, TOTAL, PANAMERICAN ENERGY, BRITISH PETROLEUM, etc.  Es decir, se necesita de un nuevo compromiso que nos ayude a recuperar integralmente las políticas de Estado en el campo energético. Políticas que nunca debimos abandonar. Hay que impulsar hoy más que nunca la integración regional para acordar políticas energéticas en función de los intereses y necesidades de los pueblos, y los argentinos debemos impulsar la creación de una empresa totalmente pública, nacional y social, con integración de las organizaciones que defienden los derechos de los usuarios y el medioambiente, los trabajadores y el Estado nacional”.

Y un intelectual prestigioso como el psiquiatra Alfredo Grande complementa:La soberanía no es una picadita con ingredientes varios, incluyendo salamines menemistas convertidos. Y no hay en la actualidad de nuestra cultura un discurso de la totalidad. Por eso lo habitual es escuchar: lo bueno se aplaude y lo malo se critica. O sea: la política partida, además del soberano corazón partido…Como no se quiere abarcar el todo, porque eso implica molestas tareas de memoria cercana y democrática, se prefiere sostener la teoría del autoengendramiento. Nada tiene pasado, hacemos mucho borrón con algunas cuentas nuevas. Lo pasado, pisado. Con la repugnancia de los genocidas de la dictadura (leer declaraciones pestilentes de J R Videla) y de los fascistas de consorcio (leer declaraciones pestilentes del Jefe del Operativo “Deshaciendo Buenos Aires” ingeniero sin ingenio Mauricio Macri) es suficiente para construir el consenso de la evidencia electoral sobre la voluntad popular. El esfuerzo de disociar la restitución accionaria de Repsol, de la catástrofe del transporte, o de la lacerante humillación de los originarios, precarizados, hambrientos, es un arte que necesita de los panegíricos de varias generaciones. El arte se llama: construcción del fetiche. Un fetiche es justamente la “parte por el todo”. La parte, por importante, trascendente, determinante que sea, no es el todo. ¿Pero hay un todo? Alguna vez a ese todo se lo llamo “metarrelato” y mucho antes… ideología”.

Resumiendo, el oficialismo se empeña en forjar una imagen antiimperialista for export en foros internacionales como UNASUR o el G 20… pero se cuida de poner a la consideración pública valiosísimas experiencias desarrolladas por otros pueblos de la región a los que sin embargo llama “hermanos”. Un ejemplo significativo es el descripto en el siguiente párrafo por la militante bolivariana Nidia Marcelina Colina Martínez: Desarrollo Endógeno, visto como un sistema económico alternativo, exige a cada ciudadano asumir la transformación cultural y esto pasa por un cambio de conciencia individual que lleve a dejar de pensar en el Estado como el único garante de su bienestar, tiende a la vez a incrementar el potencial productivo de cada región a partir de las comunidades mancomunadas, estimulando los niveles de organización, formación política , y técnica gerencial; dentro de las comunidades sus sujetos y actores para organizar, liderar, gestionar, cogestionar y articular las diferentes formas económicas existentes en la localidad, fortalecer la escala de producción, crear redes y eslabonamientos entre las diversas formas económicas que permitan satisfacer las necesidades comunales, la distribución equitativa de la producción, el manejo autogestionario de los servicios públicos, en armonía con el medio ambiente, las tradiciones culturales, representa una alternativa política al modelo de desarrollo capitalista. El desarrollo sostenible ha sido incluido entre los llamados «derechos humanos de tercera generación». Se habla así del «derecho al desarrollo sostenible» como uno de los derechos humanos fundamentales del siglo XXI. Este derecho implica el derecho de todo ser humano y de todos los pueblos a una existencia digna en un medio ambiente sano, lo cual se resume en el derecho a la calidad de la vida y el bienestar”.

Repensar desde las bases una Argentina emancipada

El actual contexto de agotamiento del sujeto social proletario, industrial, y urbano reclama la urgente tarea de reconstruir la fuerza capaz de saldar los grandes debates pendientes en el seno de una militancia que aún se proponga la transformación de nuestra Patria. Entre algunos de los dilemas que nos urge resolver figuran:

  • Complementar el reclamo de recomposición salarial con una comprensión cabal de la necesidad de desacelerar este modelo productivo.

  • Revisar la histórica bandera de Reforma Agraria a la luz de un presente  en el que la prioridad no parece ser la tenencia de la tierra sino el modo de hacerla producir.

  • Compatibilizar la lucha contra la minería contaminante con la adopción de medidas que mantengan dentro del sistema productivo a los trabajadores del sector.

  • Ensayar experiencias de economía endógena capaces de revertir el éxodo forzado de la población campesina hacia las grandes urbes.

  • Limitar la actividad nuclear nociva sin prescindir del armamento disuasivo necesario para habitar un mundo que no prescinde de hipótesis de guerra (o no sigue navegando la Cuarta Flota nuestras costas?, o no cercan a Brasil todas las bases militares yanquis que siguen instalándose en la región?).

  • Articular las luchas sociales con las ambientales.

  • Seguir tejiendo redes para que la comunicación pueblo-pueblo expanda su caja de resonancia actual.

En conclusión, la imprescindible actitud de no resignar una mirada crítica sobre la realidad está lejos de desconocer los cambios progresivos que el presente ofrece (como la trascendente incorporación plenipotenciaria de Venezuela al MERCOSUR), pero reclama hacerse cargo cuanto antes de que una lógica verdaderamente revolucionaria exige, más que cacarear consignas vetustas y vaciadas de significado, modificar la lógica productiva que hoy hegemoniza la región y el país.-

JORGE FALCONE








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