NADIE DESEA MORIR
IGNORANDO QUIÉN ES
EL AUTOR ANTE LA COMUNA DE CORLETO
PERTICARA (POTENZA, ITALIA),
DE DONDE EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX PARTIÓ
VINCENZO FALCONE,
CAMPESINO, PARA REGAR CON EL SUDOR DE SU FRENTE LAS TIERRAS
DEL PLATA
“Todo empieza y
termina en la identidad.
Lo peor que puede
existir es que uno no sepa quién es.
¿Qué es lo que
constituye la identidad,
es la sangre o la
educación que uno recibió?
¿Qué es la identidad:
el ADN o la crianza?
Germán Maggiori,
escritor argentino.
PREFACIO - ADVERTENCIA
Mi madre acostumbraba
guardar recortes variopintos y acumular manuscritos en un viejo álbum de
figuritas Nestlé editado un año antes de mi venida al mundo. Así, aquella
ecléctica publicación, capaz de incluir entre sus páginas - además del espacio
consagrado a adherir los cromos contenidos en los productos de dicha marca -
curiosos artículos del tipo de “Cómo se abren las hojas”, firmado en Paris por
un tal Dr. E. Delaquis; “Luces vivientes”, rubricado en Schreiberhau por Wihl.
Bôlsche; o “Los faisanes. Apuntes sobre los círculos específicos”, suscripto en
Strasbourg por el Dr. G. Dennler, completaba su perfil enciclopédico mediante
el atesoramiento de documentos tan diversos como “La empanada en Tucumán, Salta
y Jujuy”, o una foto de la dirigente peronista de Lanús Inés López junto a la mujer a quien debo el
ser, depositando ofrendas florales sobre el monolito que en una esquina de
William Morris (Provincia de Buenos Aires) evoca la caída en combate de los
montoneros Fernando Luis Abal Medina y Gustavo Ramus. De tal modo, alguien tan
afecto a la gastronomía como víctima de un sobrepeso proporcional a su
bonhomía, contribuía sin saberlo a materializar la excesiva promesa de tapa,
que anunciaba “Las maravillas del mundo”. He resuelto emular aquel formato para contener este modesto compendio de lo
que Paco Urondo llamaría mis “oficios terrestres”.
A quienes se animen a
adentrarse en esta suerte de balance existencial de un semejante que trasciende con holgura el medio siglo de vida,
vale la pena adelantarles que su autor se compromete a no aburrir con anécdotas
de consorcio como las que a menudo abundan en este tipo de textos.
No se hallará aquí un
mero “confieso que he vivido”, sino más bien el intento de perpetrar dos operaciones destinadas a dotar de cierto
atractivo la lectura en cuestión. La primera,
ensayar cierta universalización de la experiencia inmediata; la segunda,
discurrir sobre los estímulos y emboscadas que depara sortear esta trampa fugaz
(pero a menudo conmovedora) que es la vida.
Tan sólo me excusaré
si es que se torna imprescindible generar algún anclaje que demande mencionar
un nombre propio o una fecha, toda vez que no se expresa a continuación un
arquetipo de lo humano, sino un ex niño originalmente domiciliado a la vuelta
de la Plaza Rocha platense, que alguna vez debió abandonar su primigenio hogar
para salvar el pellejo y más luego no halló forma de volver a ese punto de
partida, debiendo recalar definitivamente en un solar bucólico y menos feroz
que el que dejara atrás. No más líneas demanda la biografía de quien suscribe
este relato, puesto a continuación ante el apasionante desafío de pensar su
modesta odisea desde la más fascinante perspectiva posible: La aventura de
predisponerse a una sorpresa constante.-
EL AUTOR
ÍNDICE
DE TEMAS ABORDADOS:
SER
HIJO
SER
AMIGO
TENER
UN IDEAL
ENAMORARSE
SER
PADRE
SER
HUMANO
EL ARTE
/ DIBUJAR
EL ARTE
/ ESCRIBIR
EL ARTE
/ FILMAR
ENSEÑAR
LOS
PADRES
LOS
HIJOS
LA
FELICIDAD
LA
VEJEZ
LA
MUERTE
ADELANTO DEL PRIMER APARTADO: SER HIJO
El día en que vine al
mundo los paracaidistas franceses atacaban al Vietminh, desocupados protestaban en las calles de
Trieste, era inminente una nueva reunión de la Federación Mundial de la
Alimentación, Milton Eisenhower veía con fe y optimismo el futuro de América
Latina, Fangio encabezaba la clasificación general en la Carrera
Panamericana... y la cigüeña concedía a mis padres el deseo de recibir un
varón.
Mi cuna de madera
color crema compartió dormitorio con ellos más tiempo que el conveniente.
Haciendo causa común con Edipo de Tebas, por ende, temí que los gemidos
nocturnos de mi madre indicaran un daño inminente, y no hallé más sospechoso
que su marido.
Hoy creo que el
saludo matinal al que me acostumbró aquella mujer - "Buenos días, luz de Dios" - inauguró mi colección de antídotos
contra la adversidad, toda vez que la identidad familiar constituye el primer
estadio de lo que luego será la identidad nacional; y, como ya es sabido, quien
ha sido bienamado desde temprano acomete el camino de la vida con una poderosa
adarga al brazo.
Un lugar común a
varias generaciones de padres ha sido intentar imponer a los hijos un legado
que suponen imprescindible para triunfar en la vida, o al menos para disminuir
el margen de sus desatinos. Tiene su lógica. Ni los antiguos griegos, que se
dedicaron a pensarlo todo, lograron conjurar la angustia existencial que
implica transcurrir sabiéndose finito. Ser humano, por ende, casi siempre
supone anhelar alguna suerte de trascendencia.
Lo paradojal es
cuando se nos “modela” en un sentido cuyas consecuencias no terminan siendo las
buscadas. A mí se me esperó intrépido mientras se me estimulaba para reflexivo. En todo caso, no logré cultivar
ambas habilidades.
En efecto, ¿qué podía
resultar de un niño al que antes de cumplir cinco años se mandaba a dormir
leyéndole novelas de fantaciencia decimonónica? ¿No era previsible que de
grande emulara a Verne o a Meliés en vez de a Bonavena o Maradona? Sin embargo
la aceptación llegó tarde. Cuando nuestra familia nuclear se disgregó como el espiral
de fragmentación de una granada.
Pero, recapitulando,
si algo debo agradecerle a mi padre es haber estimulado esta capacidad de
fabulación que hoy me otorga prácticamente el monopolio del relato en los
núcleos que cultivo: Aquellas primigenias narraciones fueron pues mi ventana al
mundo. Pero no siempre al que compartimos, preferentemente a utopías y ucronías
algo más benévolas. En esta circunstancia detecto la primer coordenada de mi
felicidad.
Como contraparte me
fueron exigidas hasta la saturación - generalmente no con los mejores modales -
capacidades de las que aún carezco, tales como boxear, meter un gol, o
conquistar otra placa de galeno. Supongo que se trataba de los requisitos para
que fundamentalmente mi padre se sintiese orgulloso de mí. Si alguna vez llegó
a experimentar dicho sentimiento seguramente fue motivado por alguna causa más
próxima a la ética que a la destreza.
Sospecho que - atento
a los valores predominantes de su generación - a él lo desvelaba que yo
respondiera a un patrón de conducta “masculino”. Tal vez por ello infería que
me generaría admiración conocer que era capaz de engañar a mi madre con alguna
paciente. Al fin y al cabo, ¿qué varoncito no desea espejarse en un padre con
capacidad de seducción? Más alejado de cualquier rédito positivo estaba que
celara injustificadamente a su esposa o que la castigara con severidad, siendo
frecuentemente interpelado por la criatura que fui. Si bien suele decirse que
“la violencia física es impotencia de la palabra”, no he logrado apiadarme del
viejo. Por el contrario, con los años he comprendido y valorado el silencio
enamorado de mi madre.
Supongo que a causa
de ciertos apremios económicos, a diferencia de los que proliferan en este
Siglo XXI, crecí en un hogar habitado por tres generaciones. Tal circunstancia,
me interiorizó sobre saberes populares remotos a través de la carismática e
influyente presencia de mi abuelo paterno.
A la edad de siete
años abandoné la condición de hijo único (que habría de restituirme
violentamente la dictadura oligárquico-militar genocida instaurada en 1976)
Aquello que alguna vez fuera una mala nueva culminó transformándose en una de
las relaciones de máximo entendimiento que me ofreció la vida. Pero me he
comprometido a que esto no sea una autobiografía, de modo que intentaré retomar
la perspectiva universal y crítica.
JORGE
FALCONE
ATENCIÓN:
Quien desee recibir el texto completo sólo deberá remitir su correo electrónico
a este blog (apelando al espacio reservado para comentarios, al pie de esta
nota) y le será enviado a fines del año en curso.-
Estimado, estamos desarrollando un taller literario a nivel comunitario,
ResponderBorrarbasado en la escritura de vivencias personales:
Mucho agradecería nos tenga en cuenta a la hora de circular sus textos.
Quedamos pues a la espera de novedades.-
Prof. Candela Parisi
Con gusto: Sírvanse entonces remitirme alguna dirección de correo, y ni bien lo tenga listo lo pondremos a vuestra disposición.-
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