BIENVENIDOS A MI ESTUDIO EN LA WEB (QUE SE IRÁ ACTUALIZANDO MES A MES)!


Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Armando el rompecabezas de un corpus arbitrario
TRILOGÍA DE LOS HEREJES


Entonces el tema de los que desaparecen quiere decir que no son visibles. Y actualmente, yo diría, que desaparecidos son los de las villas miserias, un mundo aparte, donde se proyecta: ahí están los delincuentes, etc. ¡Los ladrones están ahí! ¡mirá vos cuánto robaron que tienen una casita hecha con latas!

Alfredo Moffatt,
fragmento de ponencia “Los desaparecidos sociales”,
expuesta en Primer Seminario de Análisis Crítico de la Realidad Argentina,
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo,
y publicada en Diario Página 12 el 26/11/1999.

Y ahí comprendemos que vivir no consiste sólo en tener cosas, sino en este paso irremediable de lo blanco hacia lo negro, de preferir en pleno día a la noche, de estar alegre y pasar a estar triste, de ser culto y viajar a la barbarie, de ser bárbaro y viajar hacia la cultura, de ser bueno y querer ser malo y de la maldad pasar a la bondad. Vivir en suma es poner el pie en la huella del diablo”.

Gûnther Rodolfo Kusch,
fragmento de “El Viaje”,
artículo del libro “Indios, porteños, y dioses”
publicado en 1966.

“Todos saben que mis experiencias las pago personalmente. Pero están también mis libros y mis películas. Quizás soy yo quien se equivoca. Pero sigo diciendo que estamos todos en peligro”

Pier Paolo Pasolini,
fragmento de su última entrevista,
- horas antes de ser asesinado -,
realizada por el periodista Furio Colombo
y publicada en el suplemento “Tuttolibri” del periódico La Stampa el 8/11/1975.


Entender haciendo

Durante la primavera de mi vida me apesadumbraba la sobrevaloración que por entonces merecía la inteligencia racional-deductiva. Afortunadamente, ya en el otoño que transito, la sicología ha tenido la generosidad de arrojarme el salvavidas de la inteligencia emocional. Si hasta entonces estuve convencido de que era bastante duro de entendederas (y un eterno proscripto por las Ciencias Exactas), hoy me consuelo pensando que  desde el afecto también se aprende. Al menos estoy seguro de que es mi modo.

Por esa vía deduzco que probablemente la Trilogía de los Herejes vaya a constituir mi pequeño “legado” a la comunidad de la que formo parte. ¿Cómo llegó hasta mí cada uno de ellos? ¿De qué modo nos interpelan? ¿Porqué me constituyen? Intentaré responder algunos de esos interrogantes a lo largo de esta nota, en la que por vez primera me permito sistematizar sus puntos en común, piezas de un puzzle cuya totalidad sospecho que me retrata.

Burlar a la Inquisición

Tengo la costumbre de partir de una intuición y entender sobre la marcha porqué hago las cosas. Supe de Moffatt a mediados de los 80s, cuando integraba el Taller de Cine de Gerardo Vallejo, talentoso realizador tucumano que en más de una oportunidad me honró llamándome discípulo. La experiencia de registrar por entonces el Congreso Criollo, verdadera corte de los milagros convocada por aquel carismático continuador del pensamiento pichoneano me dejó gusto a poco: Reivindicar los derechos humanos de “el otro país” en el contexto de una incipiente democracia colonial de baja intensidad que - a tono con la prédica de la mayoría de los organismos - se aprestaba  a confinar dicha causa a la vida y la libertad arrebatadas o conculcadas durante los años del Proceso, me pareció una osadía que justificaba seguir los pasos de su mentor. Bastaría con que, inaugurando la primera década del Siglo XXI, esa interpretación que jibariza la concepción desplegada por la Constitución de 1949 se convirtiera en política de Estado para que me resultara impostergable volver a Moffatt a fin de interpelar al sentido común imperante desde el compromiso de este maestro con los desaparecidos sociales, que superan con creces la cifra de 30.000.

  

Mi contacto con Kusch data de los primeros 90s, década que me insumiría un largo duelo de la identidad peronista, al menos tal como la profesaron mis mayores, con absoluta dignidad e hidalguía. Lo conocí a partir de un folleto dejado por una delegación del Centro de Estudios Antropo Y Social Sudamericanos en el despacho del entonces Subsecretario de Cultura de la Nación Luis Durán, cuya breve gestión tuve oportunidad de acompañar. Dicho impreso contenía el emocionante y movilizador artículo titulado “Cuando se viaja desde Abra Pampa”, que desde su primera lectura estimuló mi pensamiento visual, proyectándome en la imaginación una suerte de road movie existencial (Tarkovski definía a su filme “Stalker” como un “western filosófico”) Al despuntar la segunda década del siglo en curso, ya mi concepción política de insurgente de los años 70 había metamorfoseado bajo el influjo filo zapatista del fenómeno asambleístico y piquetero eclosionado hacia diciembre de 2001. En tales circunstancias comencé a considerar que el viejo paradigma de toma del poder al que mi generación había adherido merecía ser reformulado al calor de una crisis civilizatoria que ha puesto en tela de juicio a las grandes corrientes filosóficas surgidas durante el Siglo XIX y enmarcadas por una modernidad que promueve el mito del progreso ilimitado. Siempre me resultó curioso e inexplicable que un intelectual de la envergadura de Gûnther Rodolfo Kusch fuera sistemáticamente omitido en el “panteón oficial del pensamiento nacional”.

    

Hoy estoy convencido de que el autor de “América Profunda” fue un adelantado a su época y de que, si alguna vez su aporte fue necesario, ahora resulta imprescindible para ensayar herramientas teóricas capaces de interpretar el presente más allá del keynesianismo y del marxismo ortodoxo. Asomarse a la originalidad de su planteo supone deshacerse de todos los lastres sostenidos por la cosmovisión occidental e intentar repensar la vida desde la geocultura que nos toca.

Acaso cooptado en mi adolescencia por un patrón hollywoodense para percibir el Séptimo Arte, no podría precisar en qué momento de la vida me animé a ver Pasolini. Recuerdo sin embargo el estreno de su polémico “Evangelio según San Mateo” en el Cine Select de mi ciudad natal, película merecedora del elogio de los compañeros políticamente más esclarecidos de mi promoción del bachillerato, y de una anécdota remota que llegó a mis oídos acerca de que grupos ultramontanos habrían atentado en Italia contra la exhibición de la misma arrancando la letra “M” que encabeza el nombre del apóstol en cuestión para que quedara exhibido en las marquesinas el título “Evangelio según San ateo”. Profesando por entonces la religión católica cultivada por mi familia, me sorprendía que un intelectual de formación marxista se metiera con el Nuevo Testamento. A dicho dato sumaría luego el de que la mayoría de sus rústicos actores eran obreros, campesinos y pescadores oriundos del sur de Italia. ¿A qué clase de artista respondían pues aquellos rostros curtidos, de sonrisa incompleta, aquella sucesión introductoria de planos frontales y simétricos en los que nadie pronunciaba palabra, la exasperante aridez de esos paisajes? Ahora me explico porqué aquel joven que venía inaugurando un humanismo ingenuo prefería “La más grande historia jamás contada” de George Stevens, superproducción que abordando el mismo tema respondía a los cánones del star sistem de la industria cinematográfica saturando su panorámica imagen technicolor con rostros bellos y famosos y música altisonante en los momentos clave. Como todos tenemos derecho a superar tarde o temprano aquella inocencia inaugural con que estrenamos la vida, debo expresar - a riesgo de ser impugnado desde un pensamiento chauvinista - que cuando vi “Los Olvidados” de Buñuel (1950), y ni qué hablar cuando hice lo propio con “Los 400 golpes” de Truffaut (1959), tampoco pasó demasiado tiempo sin que moderara mi ponderación de la “Crónica de un niño sólo” de Favio  (1965). A esta altura - y calificado en cierta ocasión como “impertinente” en el seno de la organización en la que alguna vez milité - debo confesar que siempre me sedujo la ductilidad de algunos semejantes para correrse de la baldosa existencial que han venido ocupando a fin de mirarse desde otro lugar, descubriendo así una perspectiva anteriormente impensable. No es extraño tampoco que en mi viaje de ida, cinéfilo pero festivo aún, me haya deslumbrado el irrepetible grotesco de ese gigantesco imaginero que fue Federico Fellini, y que en este viaje de regreso, más cinéfilo todavía pero finalmente espartano, me identifique visceralmente con la austeridad, el despojo, y la estética proletaria del sufrido Pier Paolo. Mucho influiría, con el tiempo, enterarme ya de adulto de lo despótico y arbitrario que fue el Mago de Rímini, y de lo estoico y leal a si mismo (hasta la inmolación) que fue el polígrafo boloñés. Acaso completa mi fascinación por toda su obra el hecho de que, a sideral distancia de semejante referente, también cultivo una poesía y un cine revulsivos, y a menudo me descubro pensando y actuando a contrapelo de mis congéneres. Actualmente creo que desde que tengo uso de razón el arte me ha rescatado de cualquier forma de autodestrucción, y que, cuando la ética hace causa común con la estética - como en el caso de Pasolini -, la vida misma puede llegar a constituirse en obra de arte.


El cine documental como vehículo hacia una verdad

Me pregunto porqué encajan tan coherentemente en mi las partes de este caprichoso rompecabezas conformado por tres mentes brillantes y provocadoras que no llegaron a conocerse… ¿Cuál es el amalgama que los junta? ¿Compartieron preocupaciones acaso, cada uno desde su quehacer? Estoy en condiciones de fundamentar que sí.

  • Los tres caminaron los márgenes buscando El Sur de las Cosas (una latitud que más que geográfica es ideológica): Uno hizo de las barriadas postergadas y los nosocomios derruidos su ámbito de referencia, y hoy se siente necesario porque - como suele repetir - “el país se ha llenado de pobres y de locos”. Otro, cesanteado por el gobierno de facto decidió mudarse a Maimará para seguir pensando la Patria desde su periferia. Y el último edificó su obra trajinando las borgates romanas plagadas de marginales pendencieros y drogones que fueron su inspiración.

  • Los tres pensaron desde lo plebeyo: Uno advierte que el niño de la calle duerme donde nosotros pisamos y por eso vive alerta. Otro propone que el indio interior que se nos escapa en situaciones límite constituye nuestra parte salvaje, que termina atentando contra la pulcritud externa. Y el último abjura de “la lengua del Dante” para reivindicar los dialectos peninsulares que el Estado Nacional aplasta.

  • Los tres padecieron el desprecio de la academia: Uno se gradúa como arquitecto pero resuelve forjarse sicólogo social autodidácticamente, para comprender y conjurar en los otros el dolor que padeció su madre. Otro se vuelve sabio dándole la espalda a la filosofía y escuchando a los eruditos de a pie. El último renuncia a las estatuillas, la alfombra roja y los autógrafos,  erigiéndose en fiscal de su época y cargando con treinta y tres procesos judiciales.

  • Los tres le lavaron la cara al mito: Uno entendió y tradujo la inmortalidad de esa Abanderada de los Humildes que aún resplandece ante el pabilo de un cirio perennemente encendido en el altar de los hogares humildes como inalterable reservorio de esperanza. Otro descifró para la posteridad los códices nostramericanos del indio Santa Cruz Pachacuti. Y el último reivindicó en la figura de una Medea furiosa el afán de revancha de la barbarie descalificada.

  • Los tres ejercieron la impertinencia: A propósito de la siquiatría medicalista, uno reivindicó al choripán como nuestro Alopydol criollo. Otro se atrevió a enfrentar el “estar” originario contra el “ser” cartesiano. Y en tiempos de insurrección obrero-estudiantil, el último enfrentó a toda la intelectualidad progresista cuestionando el hostigamiento perpetrado por los hijos marxistas de la burguesía contra el sub proletariado vestido de uniforme policial.

En resumen, los tres sufrieron y denunciaron el depredador embate de una modernidad empeñada en arrasar la dimensión sagrada del mundo antiguo. Y el último - además de universalizar la preocupación de los anteriores - ha venido a rescatar y alimentar mi ascendiente meridional, ya que mi abuela paterna nació en Catania, y aunque no conserve el mejor recuerdo de ella sí tengo presente que por esa vía se incorporaron a mi vida una suma de vocablos dialectales que aún conservo, y en contadas ocasiones utilizo. Acaso por la misma razón crecí escuchando cantar a Domenico Modugno y ponderar al genial comediante Totó. Hoy entiendo que esa es la causa inequívoca de que cuente con un oído privilegiado para comprender el italiano y me haya conmovido tanto reencontrar aquellos remotos referentes culturales - así como al dúo cómico Franchi-Ingrassia - reunidos en su cinematografía por el gran polígrafo boloñés. Ahora sé que mi torrente sanguíneo desemboca en el taco de la bota (Nápoles, Sicilia, Calabria) desde el que mis mayores arribaron a este otro sur del mundo. Siendo pues la tríada en cuestión  enemiga unánime de la homologación civilizatoria, no tengo más remedio que concluir aceptando que acaso no exista arbitrariedad tal  en su composición, sobre todo si se revisa detenidamente el perfil de quien la nucléa. Por todo lo dicho hasta aquí - y algunas otras razones que intentaré hacer concientes antes de la muerte - mi modesto aporte cinematográfico es un tributo a estos tres grandes que sin previo aviso se dieron cita en mi generando un proceso de gradual y creciente identificación. Quizá tratando de abrevar en su ideario consiga averiguar quién soy.-

JORGE FALCONE,
Director de los documentales
“El Hereje. Alfredo Moffatt sin plata y sin permiso”,
“Hombre bebiendo luz. Rodolfo Kusch en procura de un pensamiento continental autónomo”, y
“El Profeta. Pier Paolo Pasolini, la vida como obra de arte” (en pre producción):

jueves, 1 de noviembre de 2012

Adelanto de “Cacería de gorriones”

Una nouvelle sobre estrategias de supervivencia

 

PRÓLOGO



El avecita parda hunde su pico en los resquicios de un nudo del alambre-púa. Cualquier resto orgánico será parte de su almuerzo. Al cabo de un significativo esfuerzo, se rinde. No se halla alimento en cualquier sitio. Ahora otea el caserío lindero sin entusiasmo y, de pronto, estalla silenciosamente, en un sinfín de plumas dispersas que caen flotando, tomándose su tiempo, como si fueran el eco visual de su dueño.

Un niño de alrededor de siete años baja su gomera victoriosamente. Tiene el rostro encendido, como quien disfruta de una secreta ovación. Diminuto en su patio de tierra, se desentiende de la presa y comienza a pesquisar en busca de la siguiente. Entonces lo ve acercarse. Frunciendo el ceño para neutralizar la resolana, con esos cabellos dorados y fastidiosos que se rebelan sobre su frente. Alzando trabajosamente la zurda, escasamente móvil, en un remedo de saludo familiar que no será retribuido. Sujetando con la diestra un attachée Primicia algo desvencijado. Los pantalones bolsudos le tiemblan con la brisa. Trae unos zapatos de clown gastados y cubiertos de polvo. “Ese puto vendedor del centro”; piensa el pibe. Y el tipo arranca.

_ ¿Qué hacé, campión? Corré a decirle a tu viejo que le conseguí un descuento en el Plan A de cobertura médica… ¡No! Pará. Decíle nomás que le tengo una sorpresa. Qu’está el Henry y que trae buenas noticias… Eso solo decíle. Andá.

El chico se demora disimulando su incomodidad. Conoce de sobra la respuesta que lo espera dentro de la casilla. El Henry esta de buen humor. Hace mucho que no vende pero hoy consiguió puntas nuevas. Y piensa que por ahí cambia la suerte. Inspecciona la modesta barriada convencido de que jamás echaría raíz en lugar semejante. Entonces el chico vuelve visiblemente molesto. Se demora en soltar el recado de sus mayores, como quien junta saliva para un escupitajo inapelable.

_ Dice mi viejo que le deje de romper las pelotas. Que no lo quiere volver a ver. Que ya le dijo.

El gesto del Henry se descompone. Trata de buscar otros argumentos pero el chico ya no está a la vista. Se retira puteando, con paso cansino. Baja la cabeza cuando cruza un camión del Ejército Argentino que pasa levantando polvo. Y se pierde en sus cavilaciones.

Alguien bate palmas enérgicamente ante la vivienda del verdugo de gorriones.

_ ¡Oiga, diga, no entendió lo que le dij…!; el niño sale dispuesto a volver a echar al cargoso. Y se congela ante el soldado que lo llama exhibiendo un papel.

_ Tomá, dále a tus papis de parte de las Fuerzas Armadas.

El pequeño desaparece velozmente en procura de algún mayor. Y al rato emerge un hombre morocho y robusto, en musculosa y pantalón pijamas, ordenándose el cabello.

_Diga, oficial…

_Esa planilla que le dejo proporciona datos a tener en cuenta para detectar a un subversivo. Ya sabe lo difícil que está la cosa… Una información aparentemente insignificante puede evitar una tragedia. Abajo están nuestros teléfonos, disponibles las veinticuatro horas. No dude en colaborar, maestro. La Patria está en peligro y la tenemos que salvar entre todos.

El militar hace la venia y gira sobre sus talones sin esperar respuesta. El hombre de la casilla permanece mudo e inmóvil, contemplándolo repetir esa rutina en el resto del caserío. El chico imita a su padre. Pero aferrado al pantalón pijamas. Y oculto detrás.


JORGE FALCONE
Googlear por título a partir de 17 de noviembre, Día del Militante.-





lunes, 1 de octubre de 2012

Lírica de emergencia

CUANDO GOLLUM (*) RECUERDA QUE FUE SMEAGOL

“Yo era un hombre bueno,
si hay alguien bueno en este lugar
Pagué todas mis deudas
y mi oportunidad de amar
Sin embargo estoy tirado
y nadie se acuerda de mi
Paso a través de la gente
como el fantasma de Canterville”

Charly García

Perfil.com, 8/9/2012:




















En noches de insomnio
frente al Monte del Destino,
Gollum se tortura
revisando su sino.
A veces su mente se ilumina
y recuerda
que no siempre fue remedo de si mismo.
Que hubo días luminosos,
cuando era grande el futuro
y parecía corto el camino.
Intenta erguirse pues
sobre el presente mezquino
y alivianar el peso que lo agobia
bajo cientos de adjetivos:
Infiltrado, soberbio,
apátrida subversivo...
Sabe que de este lado
del océano de sangre
no es poco lo que se hizo:
Enfrentar la impunidad,
devolverle al Estado arbitrio,
de cara a los más jóvenes
lavarle la cara a lo político...
Pero añora un sueño mayor
que subyace escamoteado,
y teme desempolvar el
sobreviviente escarmentado.
Aunque retumbe en sus oídos
“capitalismo en serio”
sabe que capital y trabajo
son el chacal y el cordero.
Que no es lo mismo
justicia que inclusión
y que volverá a temblar la tierra
cuando acabe el bienestar sojero.
Quisiera vivir de slogans pero le grita
cada cicatriz una verdad obscena,
no vino el justo a emparchar
sino a resolver el dilema.
Qué bien pluralidad de voces,
y qué mal guardias blancas
que el parlamento desconoce!
Qué peor epopeya sin debate,
y cuánto más democracia verbal
con patrimonio en remate!
Traga esas noches la hiel
de saber que no condujo
su gesta al bienestar de todos,
que noble intención no garantiza
veredicto generoso de la historia,
y maquilla ante el presente sus despojos.
Suelta pues una tos que fue palabra
y ahora suena solamente a ruido:
Unidos y Organizados,
Organizados y Unidos!

A mi amigo Gabriel Corvi,
enfermo de lucidez.

(*) Criatura creada por J.R.R. Tolkien
para la trilogía de “El Señor de los Anillos”

JORGE FALCONE
Texto inédito de mi próximo poemario,
“Blasfemias para el Tercer Milenio”:
Googlear por título a partir de segunda semana de noviembre.-



sábado, 1 de septiembre de 2012

En el Mes de la Juventud, a mi hermana (al margen de cualquier epopeya)

MARÍA CLAUDIA, IDÉNTICA A LA ÉPOCA
QUE SE BEBIÓ DE UN SORBO



















Fotomontaje a cargo del maestro Marcelo Carpita


Sospecho que mis padres no esperaban un varón, porque al cabo de su Luna de Miel europea volvieron con una enorme muñeca de loza de las que caminan y dicen mamá… pero fui yo quien viajó con ellos en la panza de mi vieja.

Cavia - que era como se las arregló de entrada para pronunciar su nombre - tardó siete años más. El 16 de agosto de 1960 este país era una gran siesta, y en ella me aburría esperando un hermano varón. También la pifié. Y alguna vez hasta me resultó inevitable maldecir tal suerte, cuando sentí que mis padres desatendían mi falso crup por jugar con aquel bebé al que yo no encontraba ninguna gracia.

Pues la niña creció, y en los escasos momentos del día en que lograba liberarse de mí, se dedicaba a jugar a las señoritas con su prima Mónica Laxague, a montar espectáculos del Teatro “Fantasía” con nuestra vecinita de enfrente Silvina Novello, o a concebir en soledad personajes imaginarios como “Ueti Ueti, el pomponcito de lana amarillo”, la corista “Happyway” o el caballo “Paisano”. Pese a que sus diversiones me resultaban cursis, en eso de no contentarnos con lo real nos parecíamos bastante. Sólo que yo la convocaba a personificar al loco fugado Owen Chiquituni (del que - muy a mi pesar - heredo como apelativo la primera mitad de su apellido), cuyas incursiones solían atormentar a mi madre durante los vertiginosos e inolvidables almuerzos previos al colegio; al vendedor impenitente Pancraciut, que requería taparme con una almohada simulando refugiarme en el hogar para que, luego de golpear, ella pasara de ofrecerme productos absurdos a intrusar mi “vivienda” padeciendo recurrentes y violentos desalojos; y al inefable catcher Camilo Vergoña, que me enfrentaba al desafío de cagarla a palos sobre un colchón ejerciendo simultáneamente el engolado relato  de aquellas contiendas, copiado del estilo con que por entonces nuestro conciudadano Rodolfo Di Sarli comentaba las alternativas de Titanes en el Ring.

Durante un prolongado período que acaso signó el fin de nuestra inocencia, mantuvimos el pacto no explicitado de creer en Zota, la amiga extraterrestre que me tocó en suerte encarnar - arrodillado, bajo un piloto materno y una máscara de La Mujer Maravilla -, irrumpiendo cíclicamente desde la penumbra para amenizar tardes de aburrimiento, siempre sosteniendo prolongados intercambios destinados a evacuar dudas sobre hábitos y costumbres en el planeta de cada una.

Culminando una escuela primaria de la que obtuvo la aquilatada amistad de su compañera Alejandra Rodríguez Pujol, detecté cierta evolución entre un humor algo cándido y otro bastante bizarro, a partir de cómo celebraba las desopilantes travesuras de “la peor del grado”, María Delia Ferreston (o Maide). Celebré el descubrimiento y le propuse ejercitar nuestra afición común por el dibujo diseñando a dos manos una serie de historietas: El desafío consistiría en que uno de los dos concibiera la introducción y el otro, sabiendo lo mínimo y desconociendo lo anterior, se hiciera cargo del desenlace. De tal empeño surgieron inefables creaciones conjuntas tales como “Milton El Uruguayo” (un emigrado económico de la vecina orilla del Plata - donde ya había una dictadura - rebotado en cada país de la región donde intentaba refugiarse), “Santa Rosetta del Culo” (basada en la leyenda  escuchada a nuestros mayores de Santa María Goretti, una joven supuestamente abusada por bere beres del desierto que se resistió hasta la muerte a perder su virginidad), y - la más conocida por contar con un facsímil incluido en el libro “La Noche de los Lápices” de María Seoane y Héctor Ruíz Nuñez - “La Revolución Fallida de Dos Mulatos Mulé”, epopeya recurrentemente accidentada de dos negritos que habitaban una diminuta isla del Caribe junto al tirano Anastasio Garrastazú Rojas, de cuya opresión intentaban liberarse apelando a los métodos más delirantes. Gradualmente, nuestro fraterno blindaje se iba tornando poroso al tsunami histórico en gestación.

En tránsito entre su escuela primaria y la secundaria abandonó definitivamente la niñez, comenzó a coquetear, y a obsesionarse por ende con cierta tendencia a la obesidad heredada del ADN materno, empeñándose en rebajar de peso hasta convertirse en la espigada joven de ojos glaucos que muestran sus últimas fotografías.

Alguna vez también soñó con armar una banda de rock integrada exclusivamente por mujeres, a la que amenazó con bautizar “Jamón Cocido”.

Cuando ingresó al bachillerato de Bellas Artes - del que yo egresara en 1972 - nuestro país despertaba abruptamente de su larga siesta. Estimulados por el abierto intercambio de nuestros padres - que sin saberlo fueron convirtiéndose en  metáfora de una salud y una educación gratuitas e igualitarias - acerca de la convulsionada realidad nacional, se nos fue tornando impostergable replicarlo en privado nutriéndonos de las riquísimas fuentes que la época comenzó a poner a nuestro alcance. Vacacionamos pues con la “Antipsiquiatría” de Laing y Cooper, con la “Pedagogía del oprimido” de Freire, y con “Los condenados de la tierra” de Fanon. Coleccionamos los fascículos de Siglomundo editados por el mítico Centro Editor de América Latina, y nos leímos de un saque toda la colección de Cuadernos de Crisis, la emblemática revista creada por Federico Vogelius a través de cuyas páginas tomamos contacto con columnistas como Juan Gelman, Eduardo Galeano, o Haroldo Conti. Desde el viejo combinado hogareño Quilapayún nos enteró sobre el gobierno socialista de Salvador Allende, Viglietti sobre la gesta tupamara, y Paco Ibáñez sobre los poetas españoles exilados durante el franquismo. Y en vez de hacer la siesta preferimos debatir filmes del Grupo Cine Liberación como “El camino hacia la muerte del Viejo Reales”, de Gerardo Vallejo, que nos confirmó la sospecha de que la Patria no termina en la Avenida General Paz.

Entonces se volvió frecuente encontrármela en el comedor diario de nuestra casa natal de calle 8 N° 1334 con El Bache, Pomelo o Cristóbal, pintando afiches de cartulina con marcador indeleble que casi siempre convocaban a alguna marcha, o saberla en una chocolateada infantil organizada en el barrio más remoto junto a su inseparable compañera Fabiana Larrea. Todos ellos militantes de la numerosa UES La Plata, correlato de la organización político militar Montoneros en los colegios secundarios.

Antes de cumplir catorce años experimentó la desoladora sensación de intemperie que dejó tras de sí la desaparición física de un líder que por entonces había llegado a constituirse en único garante de la estabilidad y la paz de los argentinos. Nuestro compromiso, compartido hasta entonces, comenzó a divorciarse producto de la necesaria compartimentación informativa que a cada uno requería su respectivo ámbito de militancia.

La continuidad de la gobernación Calabró - aún tras el golpe militar de 1976 -  prorrogó la sensación de una cierta institucionalidad que no tardaría en sincerarse cuando “los moros de Franco irrumpieron en Madrid”. Prefiero creer que María Claudia tuvo tiempo de dimensionar la magnitud dramática de los días que sobrevendrían. Por entonces, ya ninguno de los dos frecuentaba la casa paterna, condicionando a nuestros mayores a recibir esporádicas y angustiantes “señales de vida” telefónicas desde lugares ignotos de la ciudad.

En alguna ocasión caminamos juntos vinculándonos desde un nuevo lugar: La militancia revolucionaria. Ya no me tocaba ser el hermanito mayor que orientaba y protegía a la nena de la casa. Claudia se mostraba plenamente dueña de sus decisiones y consustanciada con un compromiso político-militar creciente.

No obstante, su condición de miliciana de una organización armada convivía con la adolescente que asomaba al amor de su novio Roberto, una suerte de hippie ajeno al compromiso aquel que la época parecía reclamarnos. Ese tenso equilibrio interior viviría un riesgoso desbalance a favor de la más descontracturada juvenilia cuando – pese al asedio detectado del CNU – organizó en nuestra casa natal su última fiesta de cumpleaños, celebrada en una suerte de loft del fondo construido por mi abuelo para que yo contara con un futuro estudio de cine, en consecuencia con lo que venía anunciando por entonces mi ya inocultable vocación.

No sé demasiado de su clandestinidad, a cargo de María Clara Ciocchini, su responsable política llegada a nuestra ciudad huyendo de una Bahía Blanca severamente militarizada. Ambas se refugiaron en el Nro 586 de la calle 56, edificio de departamentos en cuyo 8vo piso residía nuestra tía paterna Rosa Matera, pariente lejano del célebre cirujano del mismo apellido.

El resto es la parte más conocida de un relato instalado a partir del estreno del filme “La Noche de los Lápices”, cuya versión de una estudiantina inmaculada contrasta tanto con las vivencias compartidas junto a mi hermana que la mayoría de los sitios web de los servicios de inteligencia o familiares de los represores han convertido mi relato en pieza clave para la desmentida de una historia oficial que consideran narrada con bastante hipocresía. Modestamente, me limito a dar fe de que vengo testimoniando lo que me tocó en suerte vivir, en el marco de la lucha vigente por la Justicia Social, y ajeno a toda inocencia o afán de victimización, como entiendo corresponde a cuantos oportunamente resolvimos enfrentar con todas las herramientas a nuestro alcance a los genocidas responsables de la postración nacional.-

JORGE FALCONE

miércoles, 1 de agosto de 2012

Vigencia de La Otra Campaña

MILITANCIA REVOLUCIONARIA O CARICATURA DE MILITANCIA


















Urge advertir que el emperador está desnudo

La Argentina de esta segunda mitad del Siglo XXI presenta el inédito panorama de que, bajo un gobierno que pretende sostener un discurso épico - remedo de los 70s -, salvo honrosas excepciones, las mayorías nacionales viven el lógico reflujo que produce mantener cierta expectativa en la oportunidad histórica surgida a partir de 2003, mientras el desgranamiento en la representación de los trabajadores nos enfrenta al riesgo (sin precedentes bajo una gestión de origen peronista) de contar prácticamente con cinco centrales obreras momentáneamente ilegales, una inflación galopante (el INDEC más veraz es el mercadito del barrio), y una represión de las más virulentas desde la recuperación del orden constitucional, perpetrada contra las luchas que enfrentan la depredación y el saqueo de nuestros recursos naturales en el país profundo (viernes 20 de julio de 2012, 22hs: Patotas de la megaminera Bajo La Alumbrera agreden a los asambleístas, bajo la complicidad de la policía de Catamarca). Si la sangre aún no llega al río ocurre merced a la contención de vastos sectores empobrecidos mediante planes que reemplazan la Justicia Social con la “inclusión”, al cerco mediático estatal (inventor sistemático de “buenas nuevas”), y a la cooptación de una franja generacional inexperiente, harta de la abulia individualista de los 90s, y falazmente convocada a encarnar la continuidad de esa gesta que quedara supuestamente inconclusa tras el genocidio de la generación a cargo de la Casa Rosada. Pero ocurre que quienes allí se apoltronan apenas representan a un puñado de sobrevivientes escarmentados de la generación del 70, acaso a la más fiel expresión de una soberbia desarmada coherente con su extracción mayoritariamente universitaria, pequeño burguesa, y socialmente resentida, que está muy lejos de hacer honor a lo mejor que brindó la experiencia de lucha en cuyo nombre cacarean: Compañeros de extracción proletaria como José Sabino Navarro, miembros de las Ligas Agrarias como Oriansky o el “Grandote” Píccoli, sindicalistas combativos como José Dámaso López, Armando Croatto, o el “Semilla” Ramírez, trabajadores de base como Manuel Lojo o Néstor Fonseca, apenas por reseñar un puñado de patriotas que no merecen una reputación embarrada por quienes se hacen acreedores a ironías como la de Beto Casella en su programa radial: El problema de la seguridad ya no son los motochorros, sino los MONTOchorros que están en el poder”.

La tentación de much@s argentin@s por creer en este espejismo de oasis aparecido en el desierto de una historia desgarrada conduce a privilegiar el gesto por encima del programa, olvidando una de las más caras lecciones aprendida durante décadas de lucha contra la opresión y el coloniaje: La ética de un proyecto no se mide por la retórica con que se lo enuncia sino reparando atentamente en la matriz productiva que propone. Y la actual – más allá de su descarada apelación a casi toda la galería de próceres del pensamiento nacional – es categóricamente sojera, agroexportadora y extractiva. En resumen, expoliadora, colonial, y no sustentable. Ante esta evidencia de sencilla constatación para cualquier luchador honesto (y dispuesto aún a renunciar a los privilegios de coyuntura para volver a “bailar con la más renga”) debieran pulverizarse todas las expectativas de “profundizar el modelo”, y producir espanto la consigna de “ir por todo”. Pero la tragedia nacional, en este mundo interdependiente y global, carece de exclusividad: Sabido es que enfrentamos una crisis civilizatoria que pone fecha de vencimiento menor a dos siglos al planeta que habitamos. De no mediar pues una profunda revisión del paradigma del progreso ilimitado, el reciclaje de los desarrollismos que – con signo conservador o progre – padece nuestra región no hará más que sumar a millones de latinoamericanos al holocausto alimentario y ambiental al que las grandes potencias ya conducen al resto de la humanidad.

No obstante, cualquiera que hoy se exceda en pronósticos agoreros sin formular propuestas viables correrá el riesgo de quedar como un aguafiestas ante las franjas juveniles mejor dispuestas a volver a creer en el destino nacional. Qué ofrece pues como perspectiva la experiencia de quienes no renunciamos al pensamiento crítico?

Algunas voces deliberadamente asordinadas

Para el Grupo de Reflexión Rural, por ejemplo,en los últimos tiempos ha cobrado relevancia la utilización de la  bandera de la Soberanía Alimentaria en diferentes contextos de las luchas contra el Paradigma Civilizatorio dominante. Se trata de una matriz de sabidurías  profundamente imbricadas en el imaginario y experiencia acumulada de muchos pueblos del mundo, que han venido desde siempre dando forma a las culturas del arraigo y del respeto por la Naturaleza y que ahora amenaza con ser definitivamente desvirtuada: La Soberanía Alimentaria no tiene lugar en el actual Modelo Productivo. Ella es o debería ser parte fundante de un Proyecto Nacional que considere volver a producir alimentos para nuestro Pueblo en la variedad y calidad que hemos extraviado. Es decir, recuperar los antiguos saberes rurales de la Argentina perdidos en décadas de neoliberalismo y neodesarrollismo. Volver a la Tierra desarmando lentamente los mecanismos impuestos por los agronegocios y, sin ninguna duda, recuperar la infraestructura energética y de transportes, revirtiendo esa terrible urbanización y hacinamiento a que se ha sometido a nuestras poblaciones”.

El docente universitario de economía política Luis Laferriere aclara un concepto fundamental: No fue el kirchnerismo quien le dio el formato al actual modelo de acumulación, sino el menemismo, que sentó las bases estructurales y jurídicas de lo que luego se consolidará con la expansión que tuvo la economía a partir del año 2003.

Una de las banderas más agitadas por el oficialismo con motivo del trigésimo aniversario de la gesta del Atlántico Sur ha sido la de la soberanía nacional. Reparemos qué opinan al respecto sectores no siempre convocados al debate, como el Observatorio Petrolero Sur: “La recuperación en el control y gestión del petróleo y el gas por parte del Estado nacional ha sido bandera y objetivo político de numerosas organizaciones, de las cuales somos parte. Sin embargo, no creemos que la medida apunte a la raíz de la situación y pueda ser tomada como punto de inflexión en la superación del marco regulatorio neoliberal, por lo menos hasta este momento. A su vez, el debate público –donde primó un punto de vista económico en desmedro de abordajes ambientales y sociales- se ha centrado únicamente en el por qué y el cómo. El para qué de la medida, según el proyecto de ley, apunta a alcanzar el autoabastecimiento energético y el equilibrio de la balanza comercial. Sin embargo no se llega a dilucidar el día después con mayor profundidad, los únicos indicios son el explícito interés sobre los cuestionados yacimientos no convencionales. La formación Vaca Muerta -que se ubica principalmente en territorio de la provincia de Neuquén- es la que más intereses despierta -aunque también existen otras cuencas en el país-; el escenario futuro, podría ser de profundo riesgo ambiental y social para gran parte del país, como lo demuestra la experiencia internacional”.

En referencia al mismo tema, agrega José Rigane, referente de la CTA rebelde: Ahora es necesario avanzar en el cambio de todo el modelo energético, porque REPSOL no es la única empresa multinacional que opera en Argentina. También operan, entre otras, CHEVRON, PETROBRAS, TOTAL, PANAMERICAN ENERGY, BRITISH PETROLEUM, etc.  Es decir, se necesita de un nuevo compromiso que nos ayude a recuperar integralmente las políticas de Estado en el campo energético. Políticas que nunca debimos abandonar. Hay que impulsar hoy más que nunca la integración regional para acordar políticas energéticas en función de los intereses y necesidades de los pueblos, y los argentinos debemos impulsar la creación de una empresa totalmente pública, nacional y social, con integración de las organizaciones que defienden los derechos de los usuarios y el medioambiente, los trabajadores y el Estado nacional”.

Y un intelectual prestigioso como el psiquiatra Alfredo Grande complementa:La soberanía no es una picadita con ingredientes varios, incluyendo salamines menemistas convertidos. Y no hay en la actualidad de nuestra cultura un discurso de la totalidad. Por eso lo habitual es escuchar: lo bueno se aplaude y lo malo se critica. O sea: la política partida, además del soberano corazón partido…Como no se quiere abarcar el todo, porque eso implica molestas tareas de memoria cercana y democrática, se prefiere sostener la teoría del autoengendramiento. Nada tiene pasado, hacemos mucho borrón con algunas cuentas nuevas. Lo pasado, pisado. Con la repugnancia de los genocidas de la dictadura (leer declaraciones pestilentes de J R Videla) y de los fascistas de consorcio (leer declaraciones pestilentes del Jefe del Operativo “Deshaciendo Buenos Aires” ingeniero sin ingenio Mauricio Macri) es suficiente para construir el consenso de la evidencia electoral sobre la voluntad popular. El esfuerzo de disociar la restitución accionaria de Repsol, de la catástrofe del transporte, o de la lacerante humillación de los originarios, precarizados, hambrientos, es un arte que necesita de los panegíricos de varias generaciones. El arte se llama: construcción del fetiche. Un fetiche es justamente la “parte por el todo”. La parte, por importante, trascendente, determinante que sea, no es el todo. ¿Pero hay un todo? Alguna vez a ese todo se lo llamo “metarrelato” y mucho antes… ideología”.

Resumiendo, el oficialismo se empeña en forjar una imagen antiimperialista for export en foros internacionales como UNASUR o el G 20… pero se cuida de poner a la consideración pública valiosísimas experiencias desarrolladas por otros pueblos de la región a los que sin embargo llama “hermanos”. Un ejemplo significativo es el descripto en el siguiente párrafo por la militante bolivariana Nidia Marcelina Colina Martínez: Desarrollo Endógeno, visto como un sistema económico alternativo, exige a cada ciudadano asumir la transformación cultural y esto pasa por un cambio de conciencia individual que lleve a dejar de pensar en el Estado como el único garante de su bienestar, tiende a la vez a incrementar el potencial productivo de cada región a partir de las comunidades mancomunadas, estimulando los niveles de organización, formación política , y técnica gerencial; dentro de las comunidades sus sujetos y actores para organizar, liderar, gestionar, cogestionar y articular las diferentes formas económicas existentes en la localidad, fortalecer la escala de producción, crear redes y eslabonamientos entre las diversas formas económicas que permitan satisfacer las necesidades comunales, la distribución equitativa de la producción, el manejo autogestionario de los servicios públicos, en armonía con el medio ambiente, las tradiciones culturales, representa una alternativa política al modelo de desarrollo capitalista. El desarrollo sostenible ha sido incluido entre los llamados «derechos humanos de tercera generación». Se habla así del «derecho al desarrollo sostenible» como uno de los derechos humanos fundamentales del siglo XXI. Este derecho implica el derecho de todo ser humano y de todos los pueblos a una existencia digna en un medio ambiente sano, lo cual se resume en el derecho a la calidad de la vida y el bienestar”.

Repensar desde las bases una Argentina emancipada

El actual contexto de agotamiento del sujeto social proletario, industrial, y urbano reclama la urgente tarea de reconstruir la fuerza capaz de saldar los grandes debates pendientes en el seno de una militancia que aún se proponga la transformación de nuestra Patria. Entre algunos de los dilemas que nos urge resolver figuran:

  • Complementar el reclamo de recomposición salarial con una comprensión cabal de la necesidad de desacelerar este modelo productivo.

  • Revisar la histórica bandera de Reforma Agraria a la luz de un presente  en el que la prioridad no parece ser la tenencia de la tierra sino el modo de hacerla producir.

  • Compatibilizar la lucha contra la minería contaminante con la adopción de medidas que mantengan dentro del sistema productivo a los trabajadores del sector.

  • Ensayar experiencias de economía endógena capaces de revertir el éxodo forzado de la población campesina hacia las grandes urbes.

  • Limitar la actividad nuclear nociva sin prescindir del armamento disuasivo necesario para habitar un mundo que no prescinde de hipótesis de guerra (o no sigue navegando la Cuarta Flota nuestras costas?, o no cercan a Brasil todas las bases militares yanquis que siguen instalándose en la región?).

  • Articular las luchas sociales con las ambientales.

  • Seguir tejiendo redes para que la comunicación pueblo-pueblo expanda su caja de resonancia actual.

En conclusión, la imprescindible actitud de no resignar una mirada crítica sobre la realidad está lejos de desconocer los cambios progresivos que el presente ofrece (como la trascendente incorporación plenipotenciaria de Venezuela al MERCOSUR), pero reclama hacerse cargo cuanto antes de que una lógica verdaderamente revolucionaria exige, más que cacarear consignas vetustas y vaciadas de significado, modificar la lógica productiva que hoy hegemoniza la región y el país.-

JORGE FALCONE