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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

miércoles, 3 de abril de 2013

PASOLINI

LA VOZ DE LA CALLE EN EL PALACIO

“A inicios de los años ‘60, a causa de la contaminación del aire, y, sobre todo, en el campo, a causa de la contaminación del agua (los ríos azules y los arroyos transparentes) han empezado a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno ha sido rápido y fulminante. Después de unos pocos años las luciérnagas ya no estaban más. (Son ahora un recuerdo, bastante desgarrador, del pasado: y un hombre mayor que tenga ese recuerdo, no puede reconocer en los nuevos jóvenes a sí mismo joven, y por lo tanto, no puede proferir aquellas lindas quejas de añoranza de otros tiempos). A ese ‘algo’ que ha sucedido hace una decena de años lo llamaré entonces ‘la desaparición de las luciérnagas’ ”.

Fragmento de un texto de Pier Paolo Pasolini aparecido el 1 de febrero de 1975 en el Corriere della Sera con el título: “Il vuoto del potere in Italia” (“El vacío de poder en Italia”), después fue publicado con el título:   “L’articolo delle lucciole” (“El artículo de las luciérnagas”) en Scritti corsari, Garzanti, Milán, 1975.


  
TENER UN REFERENTE

Como el autor de esta nota, Pasolini tuvo un padre autoritario, una madre maestra, un hermano muerto resistiendo al fascismo, y se dedicó a la poesía y el cine. Pero - obviamente - no han sido dichas coincidencias las que me han llevado a adoptarlo como máximo referente de una insobornable praxis intelectual.

La constante y minuciosa revisión de su obra fílmica y literaria ha venido a rescatar y alimentar mi ascendiente meridional, ya que mi abuela paterna nació en Catania, y aunque no conserve el mejor recuerdo de su paso por mi vida tengo presente que por esa vía incorporé una suma de vocablos dialectales que aún conservo, y en ocasiones utilizo con sentido humorístico. Seguramente merced a dicho ADN crecí escuchando cantar a Domenico Modugno y ponderar al genial comediante Totó. Hoy entiendo que también es la causa inequívoca de que cuente con un oído privilegiado para comprender el italiano y me haya conmovido tanto reencontrar aquellos remotos referentes culturales - así como al dúo cómico Franchi-Ingrassia - reunidos en la cinematografía del gran polígrafo boloñés. Desde la perspectiva de un pensamiento crítico resulta encomiable que un intelectual exquisito y de origen septentrional resolviera ensanchar la dotación de argumentos de su permanente debate con el poder abrevando en un patrimonio cultural estigmatizado como plebeyo, el mismo que - por la causa ya expuesta - recorre mi torrente sanguíneo desembocando en aquel “taco de la bota” (Nápoles, Sicilia, Calabria) desde el que mis mayores arribaron a este otro sur del mundo.

GÉNESIS DE MI MÁS AMBICIOSO PROYECTO DOCUMENTAL

Acaso desde mi modesto sitial de intelectual orgánico del movimiento popular argentino, alguna vez se me tornó imprescindible disculparme públicamente ante la memoria de Pasolini por casi cuatro décadas de silencio en relación a su trágico deceso en el Idroscalo de Ostia y el consabido velo de oscuridad cómplice que prorrogó la noción de que quien así moría era un hombre de dudosa moral, excedido en el hábito de dar rienda suelta a sus bajos instintos. En consecuencia, me dediqué casi obsesivamente al estudio de cada circunstancia de su vida y vasta obra integral. De tal esfuerzo nació la cantata-ensayo en su desagravio “PPP. La vida como obra de arte”, difundida en la web a fines de 2010, con motivo del 30° aniversario de su asesinato. Desde entonces no dejé de pensar en adaptar dicho texto a un documental alusivo, de carácter poético. Repasar las conmovedoras Histoire(s) du Cinema del maestro Jean Luc Godard me convenció de que aquella empresa no era necesariamente un despropósito. A mediados del año 2011, el colofón de un estimulante seminario sobre cine documental ofrecido por el eximio cineasta chileno Patricio Guzmán me proporcionaría el invalorable prólogo que  justificaría y contextualizaría la historia que deseaba contar. Mi joven colega cordobés Federico Molnar, autor del documental “El Negro. Retrato fílmico de Raúl Horacio Trigo”, cenando desavisadamente me soltaría la anécdota que habría de brindar la mejor apertura posible a mi futuro filme: Al cabo de una exhibición del implacable filme “Saló. Los 120 días de Sodoma” (feroz testamento cinematográfico del autor de “El Evangelio según San Mateo”), un videoclubista de su ciudad natal interpeló al indispuesto público reunido en la sala argumentando que si verdaderamente le escandalizaban aquellas imágenes, mucho más lo haría conocer la autopsia del cuerpo linchado de Pasolini. Y a continuación procedió a leerla. Pues adopté la escena en el acto. Jamás hubiera podido concebir un prólogo de semejante intensidad dramática. Continuando con dicha “saga de milagros”, tiempo después hallaría en la nutrida librería Guadalquivir de Buenos Aires un ejemplar de ROOM 1. Revista para buenos viajeros que luciendo por tapa un close up de Pier Paolo titulaba su nota central Pasolini alrededor de Italia. “Ya está”, me dije. Aquel viaje realizado por el artista durante 1959 desde Ventimiglia hasta Trieste terminaría de vertebrar lo que ya tomaba la forma de una road movie a lo largo de cuyo periplo nos asaltarían los fantasmas de su intensa vida y profusa obra. Andrea Ramundo, mi pareja, contribuyó a pergeñar la base presupuestaria de nuestra ambiciosa empresa. El proyecto cuya pre producción encaro a lo largo del año en curso - para filmar en Italia el próximo - terminaría de configurarse cuando un viejo compañero de bachillerato residente en la península desde hace casi un cuarto de siglo me diera a conocer la demoledora obra de los cineastas Ciprí y Maresco. Bastó con dicho gesto para que el arquitecto Toribio Sosa - actor en mis películas Súper 8 de adolescencia - se constituyera de inmediato en productor delegado en el lugar de los hechos. Él me contactó con la traductora Flavia Scalzi. El diseñador Cedric Tullet donó la identidad visual del filme. Y un encuentro fortuito con mi viejo compañero de militancia político-cultural, el actor Diego Vidart (hoy devenido junto a su pareja en profesor de tango) me serviría en bandeja la voz y la pronunciación meridional necesarias para sostener mi cantata como hoja de ruta del documental. Estamos pues en marcha, sumando voluntades para concretar un sueño enorme.

UNA REPARACIÓN NECESARIA

Todo relato contiene historia y metáfora. En este caso, la primera refiere la aventura existencial de un artista que se inmola en pro de sus convicciones. Pero no es el único que lo ha hecho. Entonces, ¿qué aspecto de su vida trasciende la experiencia individual y le habla a la humanidad toda? He aquí pues la segunda cuestión: Ética y estética se dan cita en la vida y obra de Pier Paolo de manera infrecuente. Pasolini es un símbolo universal de cuán bella puede llegar a ser la condición humana en su búsqueda de la verdad. Denunció el cambio antropológico operado por la sociedad de consumo sobre el sub proletariado de su tiempo aventurando en la descripción de dicha homologación cultural la degradación que habría de producir la futura Italia de Berlusconi – esa que hoy no halla gobierno que la encauce – y cifró todas sus expectativas de cambio en el Tercer Mundo materialmente empobrecido pero pletórico de porvenir.

A su proverbial y reconocida vitalidad hoy se suma - tardía pero afortunadamente - la creciente evidencia de haber sido asesinado en una emboscada mafiosa que durante la madrugada del 2 de noviembre de 1975 en la Playa de Ostia utilizó como chivo expiatorio al joven marginal Pino Pelossi. La razón última del crimen sería una represalia ante la sostenida denuncia pública del artista contra los magnates de la industria hidrocarburífera peninsular. Sin ir más lejos, su novela inconclusa “Petróleo”, de cuyo estudio se secuestró el capítulo principal, resume la lucha al respecto del infatigable poeta y cineasta.

Como es de público conocimiento, sobreabundan filmes que analizan la vida y obra de Pier Paolo. Nuestro intento de desagravio a su memoria consiste en realizar un documental de carácter experimental enmarcado en la reivindicación de la temprana afición cineclubística de la  generación que se incorporó a la vida política y cultural en la Argentina de los años 70. Se trata, en todo caso, de un acto de amor al cine. Y está concebido como un periplo a través de los lugares que el autor de “Teorema” visitó en el viaje  anteriormente referido, al volante de un Fiat Millecento. Él viajó de sur a norte, nosotros invertiremos el sentido de dicho trayecto para comenzar en Venecia - donde asistiera a tantos festivales - y culminar recorriendo los suburbios de Roma hasta llegar al Lido de Ostia, adonde terminó sus días. A lo largo de dicha recorrida - en la que sólo veremos paisaje urbano a través de un parabrisas - nos irán "emboscando" imágenes de archivo incrustadas en muros, nubes, olas, etc. Así procuraremos  sumar nuestro humilde aporte al clamor que en todo el mundo viene reclamando que se reabra la Causa Pasolini. Para que la justicia italiana limpie definitivamente la reputación de uno de los grandes genios con los que contó la humanidad durante el Siglo XX.-

JORGE FALCONE
(para interiorizarse y/o colaborar con el proyecto en curso, visitar: